El PSC se pega a Bukele de boca para fuera

El martes 1 de noviembre, cuando el crimen organizado lanzó un ataque violento al Estado y pocas horas más tarde de que el presidente Guillermo Lasso decretó un estado de excepción en Guayas y Esmeraldas, el Partido Social Cristiano emitió un comunicado. No lo hizo para condenar los ataques terroristas ni para solidarizarse con las víctimas; tampoco para que las fuerzas políticas se junten alrededor de algún plan contra el crimen. No: el comunicado era un copy paste de un tuit que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, escribió ese día y que, evidentemente, aludía al presidente Lasso.

“El Estado de Excepción es una herramienta, no una varita mágica. Aprobar un Estado de Excepción sin una estrategia contra los terroristas, no sirve de nada. Los gobernantes deben entender que los problemas no se resuelven por decreto, sino con acciones”: Bukele posteó el texto a las 19:46. El copy paste del PSC apareció a las 21:20 de ese 1 de noviembre. En la parte superior del comunicado, se lee una frase escrita en letras mayúsculas: «Son las acciones las que resuelven los problemas, no las palabras».

Aparte de que el PSC se hizo eco de Bukele, que se ha convertido en el rockstar de las corrientes políticas que adhieren a su estilo autoritario como fórmula para combatir la violencia, los socialcristianos estaban diciéndole a Lasso que su reacción a la jornada del martes no incluía acciones concretas para combatir a la delincuencia. Además daban a entender que ellos son, en el Ecuador, una suerte de franquicia del método Bukele.

Si citan a Bukele para rayar a Lasso por -como dicen- no tener estrategia, ¿cuál es, entonces, la fórmula que proponen para el Ecuador? Bukele no es el mejor ejemplo con el que los socialcristianos se puedan equiparar. El presidente de El Salvador, por ejemplo, articuló su feroz ataque al crimen pidiendo al Congreso de su país, en marzo de 2022 que le aprobaran una estado de excepción, que limite la libertad de asociación, suspenda el derecho de ser informado de las razones de arresto, amplíe de 72 horas a 15 días el plazo de detención administrativa y permita a las autoridades intervenir los celulares de quienes consideren sospechosos. El PSC no ha tenido, en cambio, ni una sola iniciativa de peso en el Legislativo para que se sostenga una acción radical en contra de los carteles de la droga.

Bukele también impulsó ocho reformas legales que modificaron al menos tres cuerpos legales, algo que los socialcristianos tampoco han hecho. En El Salvador se establecieron, por ejemplo, penas de entre 40 y 45 años de cárcel para los jefes de las bandas, frente a los seis o nueve años que había. Además que los delincuentes sean juzgados a partir de los 12 años como si fueran adultos con penas de hasta 10 años de cárcel.

No han propuesto una receta para el manejo de las cárceles, tema que es uno de los puntales de la política de Bukele, independientemente de que tenga muchas críticas por su irrespeto a los derechos humanos. Bukele ordenó suspender todo contacto de los reos con el exterior, -un «encierro absoluto 24 horas al día»- , además de racionarles la comida y quitarles las colchonetas para dormir. Ordenó que en las cárceles se unieran a pandillas rivales dentro de una misma celda, cuando en el pasado habían sido separados para que no tengan enfrentamientos.

En el tema penitenciario, la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, lo único que ha hecho es decir que se debe hacer una cárcel en una isla, sin que precise recursos, tiempo de construcción de la cárcel, logística y mecanismos para su funcionamiento: se quedó en la alegoría cinematográfica de Alcatraz. El PSC no ha presentado, como amenazó con hacerlo, ni un plan para combatir al crimen. El 19 de octubre, Viteri anunció que iba a entregar al Presidente de la República, «en los próximos días», un informe preparado por un grupo de seguridad israelita para hacer frente al crimen. No ha aparecido por ningún lado. Tampoco da crédito al plan del gobierno que está en pleno desarrollo.

Lo del ofrecimiento del plan no es el único episodio fallido. En junio, Viteri hizo un show en Quito al traer unas 60 camionetas y más de un centenar de policías municipales disfrazados de robocops, para asistir a un encuentro sobre seguridad que había organizado el Gobierno. Ahí tampoco trajo un plan o estrategia.

La apropiación de los socialcristianos del mensaje de Bukele es, en realidad, un acto de oportunismo para que la opinión les asocie a la figura ya mítica del salvadoreño. El PSC, si pretende ser el representante del método Bukele, al menos debía desmenuzar su propuesta de seguridad. ¿Ha presentado Viteri o el PSC un proyecto para la compra de los sistemas de inteligencia y espionaje que Bukele montó para intervenir a las maras? ¿Algo sobre la necesidad de comprar vehículos blindados de combate que pueden entrar en zonas tomadas por las pandillas? ¿Ha hablado sobre la necesidad de conseguir drones que se comuniquen con dichos vehículos que pueden ser manejados sin tripulantes? ¿Sobre el sistema de intercepción de llamadas telefónicas que hay en El Salvador? ¿Ha dicho cómo pagar por el sistema tecnológico voluminoso y costoso que se requiere para ir por delante de las mafias?

El PSC, en su comunicado, recurrió de forma populista a la ya mitológica figura de Bukele sin hacer los deberes: desmenuzar su fórmula y hacerse responsable no solo de sus éxitos sino también de sus problemas y autoritarismo. (MARTIN PALLARES – 4 PELAGATOS)

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