“En mi desesperación comía gusanos, plantas, hongos y todo lo que podía encontrar, trataba de ver cuáles me podían servir y que no sean venenosos (…) Cuando uno tiene hambre, todo sabe rico”, dijo a la emisora local.
En medio de las penurias y las amenazas constantes de animales de la selva, el boliviano confiesa una experiencia poco común. Cree que una tribu no contactada que vive en el monte lo protegió y tuvo ciertos indicios para deducir eso.
“Había huellas frescas cerca de mí, reconocí heces de humanos. Creo que ellos no estaban con la intención de hacerme daño, estaban cuidándome, creo que recibí apoyo divino de Dios y de esas personas de la tribu», relató el sobreviviente.
Búsqueda incansable
Mientras esto ocurría en la selva, su familia no cesaba en la búsqueda. Según su hermano Horacio Acosta, en ningún momento perdieron la fe.
“Siempre supimos que estaba vivo, algo nos decía que debíamos seguir buscando. Nunca desistimos, nos ayudaron mucho amigos y también la prensa porque si hubo ayuda del gobierno fue por la presión mediática, por eso estamos agradecidos”, dijo en entrevista con la Voz de América.
![Jhonatan Acosta (centro) sobreviviente en la selva de Bolivia junto a sus hermanos Cara y Horcio. [Foto cortesía]](https://gdb.voanews.com/01000000-0aff-0242-41fa-08db1a675f72_w650_r0_s.png)
Aunque la fe de la familia fue inquebrantable, Horacio reconoce que esta experiencia los cambió para siempre y es una oportunidad para repensar su vida.
“La historia que hemos vivido es para tocar los corazones de muchas personas. Hermanos, padres, hijos que a veces pelean por cosas tan superficiales y no ven lo importante que es cuando no se tiene a una persona querida al lado. Es una verdadera pesadilla”, reflexionó.
La vida a partir de ahora
A los 31 días de su desaparición, casi cuando la esperanza estaba por desvanecerse, el momento esperado llegó. Del medio de la selva Jhonattan divisó a los rescatistas y con la poca fuerza que le quedaba gritó para que lo vieran. El “morochito” como le llaman en su familia se convirtió en milagro.
Tenía el tobillo lastimado, quemaduras en el rostro por el sol, la barba y el cabello crecidos y visiblemente agotado pero “salió caminando, salió por sus propios pies”, recordó Horacio. Este momento fue retratado por la familia a través de varias fotografías que difundieron luego a los medios de comunicación.
Horacio también contó a la VOA que al hablar con Jhonattan notó una transformación. “Mi hermano quiere cambiar, está arrepentido de algunas cosas que hizo o a veces pasan en la vida y siente que ahora tiene otra oportunidad por eso él quiere hacer música para Dios”. Tampoco tiene pensado volver a cazar animales.
La recuperación de Jhonattan, que es el menor de cinco hermanos en la familia Acosta, avanza muy bien y aunque aún falta mucho, especialmente en la parte psicológica, los médicos están optimistas para que pronto pueda recuperar plenamente su vida.
La selva de Baures, donde desapareció está a más de 390 kilómetros de Trinidad, capital del departamento amazónico del Beni y cerca de la Reserva Forestal de Itenez.
La Policía boliviana informó que hará seguimiento al caso para determinar si hubo responsabilidad de los cuatro amigos por dejarlo en la selva.
Jhonattan Acosta es cochabambino, tiene 30 años, es soltero y vive actualmente en Beni.
Fuente: Voz de América
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