En algún momento Mireya Pazmiño pensó que podía evitar su masacre pero no pudo: terminó siendo masacrada sin atenuantes. El plan de Pazmiño era convocar a una sesión de la Comisión de la Económico, que ella preside, justo el día y a la hora que estaba prevista la convocatoria de la Comisión de Fiscalización donde ella tenía que comparecer para explicar el porqué había aprobado un informe sobre los contratos entre Flopec y Amazon Tankers. En ese informe, ella afirma todo lo contrario a lo que ahora sostiene como acusadora en el juicio en contra de Guillermo Lasso. En otras palabras, ella sabía que si iba a esa sesión de la Comisión de Fiscalización, la defensa de Lasso iba a desnudar toda su deshonestidad intelectual y política.
Pero no le salió la jugada. La Comisión de Fiscalización cambió la hora de la convocatoria y ella tuvo que asistir para dar la cara y responder a la defensa de Lasso. Ahí, el abogado del Presidente, Édgar Neira, tenía preparado y listo el banquete: comenzó por leerle unas láminas del informe de su comisión y le preguntó si estaba de acuerdo con lo que ahí se decía. Básicamente afirmaba que el manejo de los contratos de Flopec con Amazon Tankers durante la administración de Lasso habían sido beneficiosos para el país.
Pazmiño intentó un recurso para salir airosa pero le duró muy poco: esas son afirmaciones de Flopec que se recogió en el informe, no son las conclusiones, dijo con su tono de suficiencia y aires de gran inquisidora. Ya vamos para allá le replicó el abogado Neira advirtiendo a la audiencia lo que vendría minutos más tarde. Mientras, Pazmiño perdía la paciencia y mascullaba frases inconexas (tiene una inmensa dificultad para hablar español) tratando en vano de decir que lo que sostiene el informe no es de su autoría. Cuando Neira llegó a las conclusiones, el abogado cometió un error que ayudó a Pazmiño: “vaya nomás agarrando bien el micrófono para que me conteste bien”, le dijo dando pie a que Pazmiño se victimice diciendo que le estaban faltando el respeto. “No respondo más”, gritó desencajada. Pero a pesar del pataleo, Pazmiño ya había sido destruida: Neira la había pulverizado al enrostrarle que había aprobado un informe en el que se decía exactamente lo contrario de lo que ahora sostiene, en su afán de destituir a Lasso. Es más, en las conclusiones y recomendaciones de su informe se dice que los contratos de Flopec con Amazon Tankers debían mantenerse por el bien del país; es decir, exactamente lo contrario a lo que es el corazón del peculado por el que, se supone, Lasso debe ser destituido.
El episodio de Pazmiño no es cualquier cosa. Para la defensa de Lasso y para quienes están en contra del juicio, tiene un significado muy especial: Pazmiño es la representación más visible del operativo socialcristiano y correísta para tumbar a Lasso. No hay ningún otro asambleísta que haya asumido un papel tan agresivo en los intentos por desestabilizarlo, incluso en temas anteriores como el del asesinato en un cuartel policial de María Belén Bernal, o en el de los llamados Pandora Papers. Pazmiño es quien dijo, no hace mucho, que a Lasso habría que destituirlo aunque sea por incapacidad mental.
Dejar al desnudo la deshonestidad política de Pazmiño era, entonces, un objetivo clave para la defensa de Lasso y para los sectores políticos en la Asamblea que no han querido sumarse al operativo de socialcristianos, correístas y dirigentes del movimiento indígena como Leonidas Iza, que están en esa misma línea. Su estilo pedante, con poses de inmensa suficiencia y el discurso de infinita superioridad moral e intelectual que tiene cada ocasión que habla, la han convertido en una suerte de caricatura de sí misma. Por eso, lo que ocurrió el viernes fue una dulce venganza para la defensa del Presidente y para sus adversarios políticos.
La masacre de Pazmiño reforzó, además la imagen que se ha proyectado estos días durante las comparecencias del juicio a Lasso en la Comisión de Fiscalización: de que los acusadores tienen un nivel intelectual muy pobre y que son analfabetos funcionales, como dice el periodista Robert Aguilar.
Que existan o no los 92 votos para destituir a Lasso es un tema, pero el desprestigio y la falta de legitimidad de la acusación aumentó radicalmente luego de esta arrastrada a Pazmiño. Por: MARTIN PALLARES
Foto Asamblea Nacional
More Stories
APROVECHAR LA COYUNTURA…
A Lasso se le fueron vivos los toros al corral
Pablo Muentes ganó así 4 millones