Hace 98 días el nombre de Mayra Salazar solo era reconocido por algunos pocos: abogados, jueces, políticos y narcotraficantes. Sin embargo, desde que explotó el caso Metástasis, se convirtió en la palabra clave de los titulares y en un personaje recurrente en las conversaciones cotidianas sobre la corrupción que dejó en evidencia la fiscal Diana Salazar.
Se trata de la pieza clave de los casos Metástasis y Purga. En el primero fue identificada como pareja sentimental del narcotraficante asesinado, Leandro Norero; y en el segundo, sus chats permitieron dar con otra red de delincuencia, que operaba también en la cúpula de la justicia y la política.
En sus conversaciones hay varias conductas que los expertos identifican como un trastorno de personalidad antisocial o psicopatía, aunque prefieren no referirse a una persona en particular.
¿Cómo es Mayra Salazar?
Mayra Salazar tiene dos caras. Para la mayoría de sus contactos era simplemente una joven comunicadora de 35 años. En los cargos privados y públicos que asumió, su trabajo consistía en conversar con periodistas para acordar entrevistas, facilitar información oficial y gestionar “campañas de relaciones públicas sociales y comerciales”, tal como consta en su currículum.
En los títulos registrados aparece una tecnología en Comunicación para Televisión, una licenciatura en Ciencias de la Comunicación Social y un máster en Comunicación Estratégica.
Además, personas que se relacionaron vagamente con ella, en el campo laboral, indican que era “conversona, pendiente del trabajo, amable y dispuesta a responder a cualquier hora”, es decir, tenía las cualidades que se podrían identificar como idóneas para su profesión.
En sus redes sociales, Salazar tiene cuentas con bastante actividad. Fotos con amigos, en reuniones sociales, paseando o entregando donaciones de la fundación que es presidenta, son recurrentes. Hacía bailes de TikTok y compartía publicaciones de marcas comerciales.
Sin embargo, sus conversaciones privadas, muestran otra persona. Expresaba su deseo por lavar dinero, articulaba campañas de desprestigio en las redes, presumía sus relaciones con criminales -incluso con amigos cercanos al hijo del narcotraficante mexicano Chapo Guzmán-, ofrecía damas de compañía.
No solo era lo que decía, sino también lo que hacía. Siguiendo la tesis de la fiscal Diana Salazar, el rol de la comunicadora era de operadora. Con sus influencias lograba colocar jueces a conveniencia de Norero, Pablo Muentes y otros. Los fallos que le pedían se emitían casi al pie de la letra.
También tenía información propia del mundo criminal, por ejemplo, sabía que alias ‘Pipo’, cabecilla de los Lobos, seguía vivo y que escapó a Europa.
Expertos coinciden en que conductas de Mayra Salazar caen en un perfil de psicopatía
El médico psiquiatra y exdocente universitario, Carlos Medina Baldassari, dice que las conductas como la manipulación, histrionismo, narcisismo, egocentrismo, la no diferenciación entre el bien y el mal, entre otras, podrían coincidir con un cuadro de psicopatía o trastorno antisocial.
En el caso de la procesada por Fiscalía, siguiendo los chats públicos, se puede percibir que no tenía remordimiento por incurrir en delitos, al contrario, disfrutaba del poder e influencia que gozaba.
El especialista define los perfiles de personas con psicopatía con ciertas características:
La psicóloga clínica, María Judith López, coincide en que estas actitudes frente a las relaciones sociales muestran una falta de empatía con el entorno. Sin embargo, aclara que cada caso debe analizarse con sus individualidades.
Sobre la doble vida que una persona puede llevar, López aclara que si bien puede tratarse de un trastorno de la identidad disociativo, también puede ser que por decisión voluntaria que mantienen actitudes diferentes en espacios específicos.
El psicólogo clínico Juan Esteban Gómez, explica que una persona antisocial es una persona que no es capaz de actuar bajo las normas y conceptos de lo correcto e incorrecto de la sociedad. En ese sentido, Mayra Salazar, además, intentaba corromper al sistema social: la justicia, la política y las instituciones; convencida que todo lo podía conseguir con dinero y poder.
Sobre eso, Medina introduce los conceptos de ponerología política y patocracia. En un documento de su autoría de 2023, establece que los patócratos son aquellos que tienen “una lujuria insaciable de poder, buscan a toda costa el afecto y afirmación social”. A su criterio, el presumir vínculos con criminales, sin ninguna vergüenza, puede ser un síntoma de perseguir la aceptación de sus cercanos, quienes también podrían tener trastornos similares.
Gómez, además, indica que hay diferentes clases de psicopatías y que se manifiestan en cada persona de manera distinta o en diferentes momentos.
Medina explica que estas actitudes, en el caso de psicópatas, “están dentro y en algún momento salen”.
Los expertos coinciden en que estos comportamientos no responden a haber crecido en hogares violentos, disfuncionales, carencias socioeconómicas, ni ningún factor externo.
El psicólogo clínico Juan Esteban Gómez, explica que una persona antisocial es una persona que no es capaz de actuar bajo las normas y conceptos de lo correcto e incorrecto de la sociedad. En ese sentido, Mayra Salazar, además, intentaba corromper al sistema social: la justicia, la política y las instituciones; convencida que todo lo podía conseguir con dinero y poder.
Sobre eso, Medina introduce los conceptos de ponerología política y patocracia. En un documento de su autoría de 2023, establece que los patócratos son aquellos que tienen “una lujuria insaciable de poder, buscan a toda costa el afecto y afirmación social”. A su criterio, el presumir vínculos con criminales, sin ninguna vergüenza, puede ser un síntoma de perseguir la aceptación de sus cercanos, quienes también podrían tener trastornos similares.
Gómez, además, indica que hay diferentes clases de psicopatías y que se manifiestan en cada persona de manera distinta o en diferentes momentos.
Medina explica que estas actitudes, en el caso de psicópatas, “están dentro y en algún momento salen”.
Los expertos coinciden en que estos comportamientos no responden a haber crecido en hogares violentos, disfuncionales, carencias socioeconómicas, ni ningún factor externo. (ECUAVISA)
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