QUITO.- Una audiencia casi imposible de instalar. Si no son los abogados que buscan las formas de entorpecer el proceso, es el clima; y si no es el clima, son los gritos y exabruptos de Wilman Terán, expresidente del Consejo de la Judicatura, procesado por obstrucción a la justicia.
A las 12:00 de este viernes 19 de julio estaba previsto que se reinstale la audiencia preparatoria de juicio, pero el exfuncionario y exjuez de la Corte Nacional no apareció. La razón fue informada por una funcionaria del Servicio de Atención a Personas Privadas de la Libertad, quien indicó que por problemas con el clima, el avión que trasladaba al procesado y preso en la cárcel de la Roca no pudo despegar desde Guayaquil.
La delegada del SNAI le indicó al juez Julio Inga, quien sustancia el caso, que Terán llegaría a Quito a las 15:30 en helicóptero. El juez Inga programó, entonces, la diligencia para las 17:00.
A esa hora sí pudo llegar. El juez Inga dispuso que la Corte le provea a Terán de todo lo que necesite, como implementos de aseo, una computadora y un espacio para que pueda cambiarse el uniforme naranja por un traje. “Gracias por preocuparse por el derecho a la defensa”, dijo Wilman Terán. Acto seguido solicitó de forma oral un habeas corpus. “El día de ayer (jueves) casi pierdo la vida… metieron gas dentro de la cárcel, me duele el corazón y el brazo”, aseveró.
El juez le informó que no era el momento oportuno ni él era el competente para resolver su pedido. No logró explicar más porque Terán, fuera de sí gritaba que era su enemigo, que lo quería callar, que no garantizaba su derechoa la vida.
De un momento a otro, Terán volvió la audiencia un caos. Gritó y emitió descalificativos contra el juez, quien parecía no inmutarse. Incluso llegó a levantarse de su puesto para confrontar a un policía porque, según él, hostigaba a su hija, presente entre el público.
Entre gritos decía que la fiscal general Diana Salazar había ordenado lanzar gases lacrimógenos al interior de la cárcel de La Roca. Contó que producto de ese episodio, para él, un atentado contra su vida, se había asfixiado, desmayado tres veces, vomitado, “casi pierdo la vida”, volvió a decir. Aseguró que su pierna le temblaba, que le dolía la cabeza, que tenía una sensación carrasposa cuando tragaba saliva. “Es comparable con un golpe seco fuerte y un amortiguamiento menor en las articulaciones. Me siento como mareado y he tenido náuseas todo el día”, dijo a viva voz.
Tras explicar su estado de salud, pidió un habeas corpus y dio instrucciones exactas de qué solicitaba: un médico legal, que haga un informe, un psicólogo, “una cárcel abierta”, una cárcel en Quito.
El juez Inga, quien pese a tener herramientas legales e incluso está a su disposición la fuerza pública para reconducir la audiencia, prefirió mantener la calma y ordenar a su secretario que transcriba la petición de habeas corpus de Terán para que sea enviado a la sala de sorteos y otro juez resuelva el pedido. Mientras tanto, la audiencia que él debe dirigir e instalar seguía parada. (DIARIO CORREO)
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