El reciente ataque con un cohete en Majdal Shams, una de las cuatro aldeas de los Altos del Golán, donde murieron 12 menores, pone el foco en esta región que, aunque pequeña, tiene una alta importancia política y estratégica en Medio Oriente.
Los Altos del Golán son una meseta rocosa situada en el sudoeste de Siria, a unos 60 kilómetros al sudoeste de Damasco, y ocupan una superficie de unos 1.000 kilómetros cuadrados.
Israel se apoderó de los Altos del Golán de Siria en las últimas etapas de la Guerra de los Seis Días de 1967.
Durante el conflicto, la mayoría de los habitantes árabes sirios huyeron de la zona.
Allí se estableció una línea de armisticio y la región quedó bajo control militar israelí. Casi inmediatamente, Israel comenzó a colonizar el Golán.
A la vez, Siria intentó recuperar este territorio durante la guerra de Yom Kipur, en 1973 en un asalto sorpresa que, a pesar de inflingir grandes pérdidas a las fuerzas israelíes, fue frustrado.
Ambos países firmaron un acuerdo de armisticio un año después, que se centró principalmente en la declaración de un área de separación, una zona desmilitarizada de 70 kilómetros entre los territorios controlados por ambos países y patrullada por fuerzas de la ONU, como observadores.
No obstante, ambos países se mantuvieron técnicamente en guerra.
En diciembre de 1981, con Menachem Begin como primer ministro, Israel decidió unilateralmente la anexión de los Altos del Golán.
La comunidad internacional no lo reconoció y mantuvo que los Altos del Golán eran territorio de Siria ocupado.
La resolución 497 del Consejo de Seguridad de la ONU declaró la decisión de Israel “nula e inválida, y sin efecto legal internacional”.
Durante décadas, Estados Unidos y la mayor parte del mundo rechazaron la ocupación de Israel de los Altos del Golán.
En marzo de 2019, Donald Trump reconoció de modo unilateral esta anexión.
Se calcula que hay más de 30 asentamientos judíos en esta zona, en los que viven unas 20.000 personas. Éstos conviven junto a otros 20.000 sirios, la mayoría de ellos árabes drusos, que no huyeron cuando los Altos del Golán fueron anexionados.
Los asentamientos se consideran ilegales según el derecho internacional, aunque Israel lo niega.
Siria siempre ha insistido en que no aceptará un acuerdo de paz con Israel a menos que se retire de todo el Golán.
Por qué son tan importantes
Para entender la vital importancia política y estratégica que tiene este enclave, solo basta con saber que desde la cima de los Altos, cuya altura máxima es de 2,800 metros, se puede ver claramente el sur de Siria y la capital, Damasco, a unos 60 kilómetros al norte.
Eso lo hace un punto elevado y privilegiado.
Desde allí, por ejemplo, Siria usó artillería contra la parte norte de Israel desde 1948 hasta 1967, cuando aún controlaban los Altos.
El área ofrece ahora una significante ventaja a Israel, que tiene un excelente punto de observación para vigilar los movimientos sirios. La topografía del lugar, además, es una barrera natural contra cualquier golpe militar por parte de Siria.
El Golán también es una fuente clave de agua para una región tradicionalmente árida. El agua de la lluvia que cae en la cuenca del Golán desemboca en el río Jordán y la zona es fuente de la tercera parte del suministro de agua de Israel.
Se le añade que la tierra de la zona es fértil y el suelo volcánico es apto para cultivar viñedos, huertos y criar ganados.
Entre otras cosas, el Golán es también el único lugar donde Israel tiene una estación de esquí.
Un enorme punto de fricción
Siria quiere asegurar la devolución de los Altos del Golán como parte de cualquier acuerdo de paz.
A finales de 2003, el presidente sirio Bashar al-Assad dijo que estaba dispuesto a reanudar las conversaciones de paz con Israel.
Para Israel, el principio de devolver el territorio a cambio de la paz ya está establecido.
Durante las conversaciones de paz negociadas con los Estados Unidos en 1999-2000, el entonces primer ministro israelí Ehud Barak había ofrecido devolver la mayor parte del Golán a Siria.
Y, por su lado, Siria quiere una retirada total de Israel a la frontera anterior a 1967. Esto daría a Damasco el control de la costa oriental del mar de Galilea, la principal fuente de agua dulce de Israel.
Y, por el otro lado, Israel desea conservar el control de Galilea y dice que la frontera está ubicada a unos cientos de metros al este de la costa.
Añadido a esto, un eventual acuerdo con Siria también implicaría desmantelar los asentamientos judíos en el territorio.
La opinión pública en Israel en general no ha sido partidaria de la retirada, diciendo que los Altos son demasiado importantes estratégicamente para ser devueltos.
Conversaciones intermitentes
Las conversaciones indirectas entre Israel y Siria se reanudaron en 2008, a través de intermediarios del gobierno turco, pero se suspendieron tras la dimisión del primer ministro israelí Ehud Olmert por una investigación sobre corrupción.
El primer gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, elegido en febrero de 2009, indicó que estaba decidido a adoptar una línea más dura sobre el Golán, y en junio de 2009 Siria dijo que no había ningún socio para las conversaciones del lado israelí.
La administración estadounidense del presidente Barack Obama (2009-2017) declaró que la reanudación de las conversaciones entre Israel y Siria era uno de sus principales objetivos de política exterior, pero la llegada de la guerra civil en Siria en 2011 puso fin a cualquier progreso.
Los combates sirios alcanzaron las líneas de alto el fuego del Golán en 2013, pero el resurgimiento del gobierno sirio se sintió lo suficientemente seguro como para reabrir su cruce fronterizo del Golán a los observadores de la ONU en octubre de 2018.
En 2019, con el presidente Donald Trump en el poder, Estados Unidos reconoció oficialmente la soberanía israelí sobre los Altos del Golán.
Siria criticó la medida como “un flagrante ataque a su soberanía”.
Fuente: BBC News Mundo
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