Cuando no se tiene convicciones firmes, las personas son proclives a sacar ventaja. Pocos se avienen a pensar que su trabajo es lo que debe ser la fuente de su bienestar económico.
Es muy duro eso sí, vivir con limitaciones, cuidar los centavos, ahorrar, encontrar alternativas que mejoren el estatus de la familia y se vea progreso, educación, títulos académicos, que nosotros mismos, con apoyo de nuestros padres hemos logrado, para mejorar.
Muchos sentimos ese orgullo, que se convierte en una ventaja dentro de la sociedad y que lamentablemente se percibe como desigualdad y privilegio.
Pero cuánto orgullo siente una persona y también sus padres al alcanzar metas y romper barreras.
No sé que porcentaje del estrato social esté en uno y otro nivel, pero parecería que hay más personas que esperan que la oportunidad y el negocio fácil toque su puerta.
Muchos piensan que una sociedad con personas de principios éticos y valores, son tontos que no aprovechan sus circunstancias de hacer dinero, sin importar su origen.
No saben que salvaguardar su nombre y su prestigio es un gran acervo que hace que los demás confíen y al confiar, encarguen trabajos o posiciones en los negocios o en la administración publica.
Quien no cree en sus principios, que ser persona correcta es ser tontos, es alguien proclive a la propuesta indecente. En cualquier sentido
Le ofrecen participar en una trama corrupta y él acepta, previo arreglo de beneficios personales y pacto de silencio.
Esa complicidad generalizada, corroe la sociedad y forma una sociedad del hampa. En mayor o menor grado, debilita el potencial moral y económico de una sociedad.
Una vergonzosa asociación para delinquir que negocia con la moral y la ética, crea la mayor desigualdad entre unos y otros.
Grandes mansiones, autos de lujo, viajes anuales, gasto sin medida, se nota y todos se preguntan de dónde procede ese dinero.
Solo cuando se descubre, esa persona debe enfrentar a la justicia, a la crítica social y al desprecio de los demás.
Deberá huir, justificar, encargar a testaferros y sufrir el desprestigio.
La mafia crece en la medida de la falta de escrúpulos. Son grandes redes dónde la persona que ingresa, no puede volver a salir, por el chantaje que ejercen los demás, que han grabado y registrado casi toda su vida e igual él, para defenderse.
Cuánto de esto hemos visto en estos años, más todavía después del Correismo. Un grupo mafioso lleno de cómplices y delincuentes que asolaron al país.
Descaro y corrupción sin tapujos, lograron quebrar al pequeño Estado.
La complicidad los liberó de culpa en nuestro territorio, pero en Estados Unidos donde la justicia funciona, estos inmorales no cayeron por el desfalco, sino por haber lavado dinero en el sistema financiero
Ahí están los “funcionarios” de Petroecuador, el Contralor del Estado y otros delincuentes menores que aceptaron sobornos de Odebretch.
Los demás, huidos como ratas, viven en México y Venezuela, gastándose el dinero que Correa acopio como un miserable, administrando no un país, sino una tropa de delincuentes.
Otros siguen en Ecuador, infiltrados para la conspiración y el boicot y, para trabajar para que regrese su maldito líder a seguir robando y beneficiando a lo ecuatorianos que son la vergüenza de nuestra generación.
Por: ESTUARDO MELO MORENO
Caricatura: TOÑO VELASCO
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