Cada año en Ecuador se diagnostican cerca de 4.000 nuevos casos de cáncer de mama, y casi un 30 % se detectan en etapas avanzadas. Una cifra que nos recuerda por qué hablar, prevenir y actuar sigue siendo urgente.
El año pasado, Finesse llevó la prevención a las calles. Un mural en Mindo enseñó cómo realizar un autoexamen y camiones recorrieron las carreteras del país, transformando ese mensaje en memoria colectiva. Porque lo que está en la calle permanece. Lo que ocupa un muro, lo que avanza por una carretera, lo que se hace visible ante todos, se convierte en voz compartida.
Este año, esa voz se alza más fuerte. En la avenida Eloy Alfaro e Inglaterra, sobre el edificio Novoa, se levanta una megalona monumental que grita el mensaje que no podemos callar.
En una de las intersecciones más transitadas de Quito, donde miles de personas circulan a diario, el mensaje se impone sobre el ruido urbano para recordarnos que callar la palabra, es callar la prevención.
La voz que empezó en las calles hoy se levanta más alto.
Del mural que educó a una comunidad, a los camiones que recorrieron las carreteras, hasta esta lona que domina la ciudad: todo responde a un mismo propósito. Atrevernos a comunicar lo que incomoda, para salvar lo que amamos.
La prevención del cáncer de mama empieza en la palabra. Y cuando la decimos sin miedo, cuando la hacemos visible, se convierte en un acto de amor propio y de vida.

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