a reciente decisión de Jair Bolsonaro de designar a su hijo, el senador Flávio Bolsonaro, como candidato del Partido Liberal (PL) a la Presidencia de Brasil en 2026 representa un movimiento estratégico en el tablero político brasileño. Desde su injusta prisión, el exmandatario ha optado por mantener el liderazgo familiar en el bolsonarismo, confiando en Flávio la misión de dar continuidad al proyecto conservador que movilizó a millones en elecciones pasadas.
Flávio Bolsonaro posee fortalezas que lo posicionan como un contendiente viable para 2026. Su perfil más moderado y articulado en comparación con otros miembros de la familia le permite dialogar con sectores políticos y económicos que valoran la previsibilidad. Como senador experimentado, ha demostrado capacidad para navegar el Congreso y defender agendas conservadoras con eficacia. Además, hereda el capital político de su padre, garantizando la lealtad de la base bolsonarista dura, mientras busca ampliar alianzas.
Para la izquierda, esta elección genera una mezcla de desprecio y alivio. Figuras del PT y PSOL la ven como previsible y debilitada, un «Bolsonaro reciclado» que facilita la narrativa de confrontación familiar contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Sin embargo, es prematuro afirmar que será una contienda fácil. Lula ha logrado navegar crisis económicas, como el tarifazo, y mantiene una comunicación con Estados Unidos sin tonos conflictivos, proyectando estabilidad. Aun así, persisten desafíos graves para el gobierno: el alto costo de vida que afecta a las familias y los escándalos de corrupción que erosionan la confianza pública.
Esta designación puede interpretarse positivamente en el objetivo de consolidar mayoría en el Senado y aumentar la presencia en la Cámara de Diputados. Con el control de la Cámara alta, la oposición emprendería en el corto plazo el impeachment de los miembros del Poder Judicial que han sido protagonistas en casos de abuso de poder e incumplimiento de las leyes. Aunque, a menos de una semana del anuncio, las reacciones iniciales de partidos de centro han sido tibias. Con críticas implícitas a la polarización, los puentes no están rotos. Existen esfuerzos por una unidad más amplia que la de 2022, incluyendo conversaciones con líderes del Centrão y gobernadores aliados.
Flávio Bolsonaro ha sido claro al condicionar cualquier declinación de su candidatura a un «precio» elevado: la libertad de su padre, el retorno de su hermano Eduardo a Brasil y la liberación de presos políticos relacionados con el 8 de enero. Esto sugiere que la postulación no necesariamente es el plan A definitivo de una oposición unida ¿Acaso puede interpretarse como el inicio de una estrategia de presión interna más amplia? Podría servir para negociar la entrada de un candidato con mayor aceptación nacional y mejores capacidades de articulación, como alguien capaz de unir centro y derecha para derrotar al PT de forma contundente.
En resumen, la candidatura de Flávio Bolsonaro para 2026 inyecta dinamismo al bolsonarismo, pero abre interrogantes sobre la fragmentación de la oposición. El camino a las elecciones será de negociaciones intensas, renovación de liderazgos y muchos sacrificios, donde la unidad podría definir el éxito contra un Lula que se resiste al desgaste y quiere disputar un cuarto mandato en Brasilia.
Fuente: panampost.com

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