La turba enajena al turbulento. Éste pierde su voluntad propia y actúa de forma violenta y destructiva guiado por la masa. Un grupo humano contagiado por la conducta de un grupo turbulento que destruye todo a su paso, que no tiene límites en su actuación.
Cuando el colectivo turbulento está formado por personas de educación incipiente, el efecto es más incontenible. Solo se lo puede aplacar con igual fuerza que su destrucción genera.
Un colectivo decide marchar en protesta contra una medida gubernamental, azuzada por dirigentes que están en condiciones de lanzar consignas y amenazas, exhibir argumentos y enarbolar luchas.
Canalizan el resentimiento y la apatía que significa el estancamiento y la pobreza, las limitaciones y el hambre, para su propia conveniencia.
No son líderes que ofrezcan cambiar el estatus de sus comunidades. Son cabeza de organizaciones que nada hacen para mejorar. El descontento de sus agremiados se mantiene.
Exigen mejoras a un Estado del que reniegan, cuyo sistema de gobierno rechazan, cuyas decisiones confrontan, convirtiéndo sus reclamos en un obstáculo para el desarrollo y un lastre para el progreso de los demás.
No aportan a la economía formal, pese a tener la ventaja de producir insumos apetecidos por el resto de la población.
Han permanecido separados mascullando su resentimiento y odiosidad contra quienes son, quieran o no, su sustento económico y político.
Entre su resentimiento, odio al blanco-mestizo, el rechazo a sus instituciones, salen a las calles, vías y ciudades a protestar desde sus comunas.
Antes concentraron su violencia en ciudades, fábricas e instalaciones públicas. Su protesta culminó en mesas de diálogo infructuosas, condicionadas al olvido de los actos perpetrados. Pero el problema quedó intacto, no sé resolvió nada.
Ahora, con la dispersión provocada, con sus falsos líderes escondidos, con la irracionalidad manifiesta, ningún diálogo ni solución puede ser posible.
Solo queda que la violencia se extinga por agotamiento y con disuasión frente a la aplicación de la fuerza.
La instigación es por demás infame. Les obliga a mantener la destructiva protesta con consecuencias nefastas que obligan al gobierno a decidirse a pacificar, utilizando el uso progresivo de la fuerza, con graves daños colaterales que van en contra de todos, protestantes y gobierno, pero a favor de los canallas que siguen alimentando el odio.
Llegando a extremos: Un infame influencer” dice que lo que piden es dividir el Estado! Nunca tuvieron el cinismo de pedir eso!
A ese punto se llega en un país, dónde la maledicencia cierra pozos petroleros, impide al gobierno utilizar los recursos nacionales, pretende ordenar sobre el fuero íntimo de las personas, conspira contra el régimen, sabotea, boicotea, conspira, incendia, destruye, desestabiliza, en toda ocasión propicia.
Quieren eso las hordas destructoras? Quieren la disolución del país? Quieren que el correismo gane la partida?
Que quiere ese grupo al que se pertenecen individuos que ni siquiera saben por qué protestan!
Por: Eduardo Melo Moreno
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