Miles de millones de dólares en inversión, promesas de acuerdos comerciales y palabras de unidad. Todo para recuperar el tiempo perdido.
Esa es la tónica de los anuncios en Europa de este semana durante la cumbre de líderes de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se celebra en Bruselas, la capital de Bélgica.
La Comisión Europea anunció que América Latina recibirá US$50.600 millones en los próximos cuatro años como parte del Global Gateway, un programa europeo de inversiones en proyectos sostenibles en sectores como salud, educación y tecnología.
Los europeos también se apresuran para concretar el acuerdo comercial con Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) que se negocia desde 1999.
En Bruselas, Pedro Sánchez, presidente de España (país que actualmente ocupa la presidencia rotatoria de la UE), dijo que ahora hay una “ventana de oportunidad” para cerrar el trato antes de fin de año.
Pero, ¿a qué se deben las prisas de Europa y su oferta de “beneficios” a la región?
De acuerdo a fuentes del Ministerio del Exterior de Brasil, especialistas internacionales y algunas autoridades europeas, tres puntos explican este afán: la creciente influencia de China en América Latina, la rivalidad con Rusia y la sensación de que Europa ha perdido mucho tiempo en las últimas décadas.
Rivalidad con China
La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reconoció estos motivos durante la segunda jornada de la cumbre.
“América Latina, el Caribe y Europa se necesitan más que nunca. Vivimos en un mundo más competitivo y conflictivo que antes, que se recupera del impacto del covid. El mundo sufre las consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania. Y todo eso acontece con la creciente influencia de China en el extranjero”, dijo Von der Leyen.
“Hoy es un nuevo comienzo de una vieja amistad”, añadió.
Los analistas aseguran que el acercamiento con América Latina se ha convertido en una de las prioridades de la gestión de Von der Leyen en la UE. Este año ya visitó Brasil, Argentina, México y Chile.
“La importancia del acuerdo UE-Mercosur ha aumentado aún más para Bruselas, ya que Europa ha decidido diversificar sus lazos comerciales tras una dura separación de Rusia tras la invasión de Ucrania y una evaluación de riesgos sobre su dependencia de los suministros chinos y el acceso al mercado”, dice un informe de la consultora política Eurasia Group.
El programa de inversión europeo, el Global Gateway, es visto como una respuesta al ambicioso proyecto de inversión de China conocido como “Nueva Ruta de la Seda”.
En la última década, China ha destinado miles de millones en proyectos de infraestructuras sobre todo en países de América Latina, Asia y África.
La Nueva Ruta de la Seda ha construido carreteras, líneas de tren y puertos y ha aumentado la influencia de Pekín en más de 140 países.
Hay diferentes estimaciones de cuánto dinero ha invertido China en diez años. Los valores van desde US$890.000 millones hasta US$1 billón.
Con su programa Global Gateway, Europa quiere invertir US$337.000 millones hasta 2027 para “reducir la brecha de inversión global” en infraestructura que existe entre países ricos y en vías de desarrollo.
Según los detalles anunciados en Bruselas, América Latina recibirá una inversión de US$50.600 millones para 130 proyectos.
Entre estos se encuentran US$2.250 millones de inversión para apoyar la producción brasileña de hidrógeno verde y energías renovables, una alianza con Argentina en materias primas sostenibles y el lanzamiento de un fondo de hidrógeno renovable en Chile, con presupuesto inicial de US$235 millones.
Acuerdos comerciales
Sin embargo, el acercamiento con América Latina no ha sido siempre fácil.
La UE intenta concretar tres acuerdos de libre comercio con la región: uno con Chile, otro con México y otro con el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay).
Tanto Von der Leyen como Sánchez dicen que es prioridad aprobar estos acuerdos antes de fin de año.
Pero en el caso de Mercosur hay varios osbtáculos.
Países como Francia, Irlanda, Países Bajos y Austria intentan introducir mecanismos que imposibiliten hacer negocios con países que deforestan sus bosques.
Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, dijo que este tipo de cláusulas sonaban a “amenazas”.
“La conclusión del Acuerdo Mercosur-Unión Europea es una prioridad y debe basarse en la confianza mutua, no en las amenazas. La defensa de los valores ambientales, que todos compartimos, no puede ser una excusa para el proteccionismo”, dijo Lula.
“Proteger la Amazonía es una obligación. Eliminaremos su deforestación para 2030. Pero la selva tropical no puede verse solo como un santuario ecológico”, añadió el presidente brasileño.
También existe presión para que las empresas europeas participen en licitaciones públicas en sectores estratégicos nacionales, lo que en la jerga diplomática se conoce como “compras públicas”.
A pesar de los obstáculos, se confía en que el acuerdo entre Mercosur y la UE se concrete este año y antes del plazo de junio de 2024, cuando se celebrarán nuevas elecciones parlamentarias en el bloque europeo.
Después de esta fecha es difícil predecir si la UE aprobaría el acuerdo, ya que dependerá del perfil de los nuevos parlamentarios y la nueva composición de la cámara.
Rusia
La UE, junto a Estados Unidos y Reino Unido, lidera una serie de fuertes sanciones impuestas a Rusia desde el comienzo de la invasión a Ucrania en febrero de 2022.
Diplomáticos en Bruselas informan de las dificultades para llegar a un consenso sobre cómo abordar el tema en la declaración final de la cumbre.
Los líderes europeos demandan una clara condena de la invasión de Rusia a Ucrania.
Y si bien la mayoría de países de la CELAC apoyaron una resolución de las Naciones Unidas de febrero que pedía la inmediata retirada de tropas rusas, Nicaragua votó en contra y Bolivia, Cuba y El Salvador se abstuvieron.
Durante décadas, Rusia ha mantenido importantes lazos comerciales con varios países de la región e incluso continúa reforzando cooperaciones con antiguos aliados como Cuba, Nicaragua o Venezuela.
Es por ello que en muchas ocasiones el respaldo de la mayoría de países latinoamericanos a Rusia y Ucrania ha sido, al menos, ambiguo.
De hecho, expertos en relaciones internacionales lo describen como “neutral”, recordando su largo historial de “no alineamiento” en los conflictos de grandes potencias.
Lula, por otra parte, señaló que la guerra estaba desviando recursos de otras prioridades clave en el globo.
“La guerra en el corazón de Europa arroja un manto de incertidumbre sobre el mundo y canaliza con fines bélicos recursos que eran esenciales para la economía y los programas sociales”, dijo.
*Con reporte de Daniel Gallas, enviado especial de BBC News Brasil a Bruselas.
Fuente: BBC News Mundo
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