Ri Il-kyu, exdiplomático de la embajada de Corea del Norte en Cuba, tomó la arriesgada decisión de desertar hace ocho meses y ahora vive en Corea del Sur.
Ri, que trabajaba como consejero de asuntos políticos en La Habana, es el funcionario norcoreano de mayor rango en desertar desde 2016.
Asegura que mantuvo encuentros cara a cara con el líder Kim Jong-un en hasta siete ocasiones y admite que “tembló de nervios” la primera vez que lo conoció.
Durante cada reunión, observó a Kim “sonriente y de buen humor”.
“A menudo elogiaba a la gente y se reía. Parece una persona común”, explica Ri a la BBC.
Pero no tiene dudas de que el líder norcoreano haría cualquier cosa para garantizar su supervivencia, incluso si eso significara matar a sus 25 millones de habitantes: “Podría haber sido una persona maravillosa y un padre, pero erigirlo como un dios lo ha convertido en un ser monstruoso”, asegura.
Trump como “una oportunidad” para Corea del Norte
En su primera entrevista con un medio internacional, Ri ofrece una visión poco común de a dónde se dirige uno de los Estados más secretos y represivos del mundo.
Dice que el régimen norcoreano todavía ve al expresidente estadounidense Trump como alguien con quien puede negociar sobre su programa de armas nucleares, pese a que el diálogo entre él y Kim Jong-un fracasó en 2019.
Cree que el regreso de Trump a la Casa Blanca sería “una oportunidad única en mil años” para Corea del Norte.
El exmandatario ha señalado el acercamiento con Kim como un logro clave de su presidencia.
Llegó a comentar que los dos “se enamoraron” intercambiando cartas. El mes pasado dijo en un mitin que a Kim le gustaría verlo de regreso en el cargo: “Creo que él me echa de menos, si les digo la verdad”, afirmó.
Corea del Norte espera poder usar esta estrecha relación personal a su favor, evalúa Ri, lo que contradice una declaración oficial de Pyongyang del mes pasado de que “no le importa” quién gane las elecciones del próximo noviembre.
El exdiplomático sostiene que Corea del Norte nunca se deshará de sus armas nucleares, aunque probablemente buscaría un acuerdo para congelar su programa atómico a cambio de que Estados Unidos le levante las sanciones.
Pero afirma que Pyongyang no negociará de buena fe.
Aceptar la congelación de su programa nuclear “sería una estratagema, un engaño al cien por cien”, explica, y remarca que las negociaciones sobre este asunto serían un “enfoque peligroso” que “solo conduciría a fortalecer a Corea del Norte”.
La “apuesta a vida o muerte”
Ocho meses después de su deserción, Ri Il-kyu vive con su familia en Corea del Sur.
Acompañado por un guardaespaldas de la policía y dos agentes de inteligencia, explica su decisión de desertar.
Hastiado durante años por la corrupción, los sobornos y la falta de libertad, Ri asegura que la gota que colmó el vaso fue cuando le denegaron su solicitud de viajar a México para operarse de una hernia discal en el cuello.
“Viví la vida del 1% más rico de Corea del Norte, pero no deja de ser peor que la de una familia de clase media en el Sur”, sentencia.
Como diplomático en Cuba, Ri ganaba apenas US$500 al mes y vendía puros cubanos ilegalmente en China para mantener el estándar de vida de su familia.
Cuando le confesó a su esposa por primera vez su deseo de desertar, ella se sintió tan perturbada que terminó en el hospital con problemas cardíacos.
Después de eso, mantuvo sus planes en secreto, y sólo los compartió con ella y su hijo seis horas antes de la salida prevista de su avión.
Lo describe como una “apuesta a vida o muerte”: los norcoreanos comunes a quienes se atrapa intentando desertar normalmente son torturados durante unos meses y luego liberados, asegura.
“Pero para las élites como nosotros, sólo hay dos resultados: la vida en un campo de prisioneros políticos o ser ejecutados por un pelotón de fusilamiento”, sentencia.
Y agrega que “el miedo era abrumador”.
“Podía aceptar mi propia muerte, pero no podía soportar la idea de que mi familia fuera arrastrada a un gulag”, dice.
Aunque Ri nunca había creído en Dios, durante su nerviosa espera en la puerta de embarque del aeropuerto en medio de la noche comenzó a rezar.
La última deserción reportada a Corea del Sur de un alto cargo había sido la de Tae Yong-ho en 2016.
Exministro consejero en la embajada de Corea del Norte en el Reino Unido, Tae fue nombrado recientemente nuevo líder del consejo asesor presidencial sobre la unificación de Corea del Sur.
Corea del Norte y Rusia
En cuanto al reciente estrechamiento de las relaciones entre Corea del Norte y Rusia, Ri considera que la guerra de Ucrania ha sido un golpe de suerte para Pyongyang.
Estados Unidos y Corea del Sur estiman que el Norte ha vendido a Moscú millones de municiones para asistir su invasión del país vecino a cambio de alimentos, combustible y posiblemente tecnología militar.
Ri evalúa que el principal beneficio de este acuerdo para Pyongyang es la capacidad de seguir desarrollando sus armas nucleares.
Con el acuerdo, Rusia creó un “vacío legal” en las estrictas sanciones internacionales contra Corea del Norte, indica, que le ha permitido “desarrollar libremente sus armas nucleares y misiles y fortalecer su defensa, al tiempo que evita la necesidad de apelar a Estados Unidos para que alivie las sanciones”.
Sin embargo, Ri cree que para Kim Jong-un esta relación es temporal y después de la guerra es probable que Rusia rompa las relaciones y por eso el líder norcoreano no da por imposible negociar con Estados Unidos.
“Corea del Norte entiende que el único camino hacia su supervivencia, la única manera de eliminar la amenaza de invasión y desarrollar su economía, es normalizar las relaciones con Estados Unidos”.
Ri opina que el cierre completo de las fronteras durante la pandemia “devastó severamente la economía del país y la vida de las personas”, si bien Rusia puede haber aportado a Corea del Norte un alivio temporal en términos económicos.
Cuando las fronteras se reabrieron en 2023 y los diplomáticos se preparaban para regresar, Ri recuerda que sus familias les pedían que “trajeran todo lo que tuvieran, incluso sus cepillos de dientes usados, porque no quedaba nada en Corea del Norte”.
El líder norcoreano exige una lealtad total de sus ciudadanos y el mero indicio de disidencia puede resultar en prisión.
Pero Ri dice que años de dificultades han erosionado la lealtad de la gente, ya que ahora nadie espera recibir nada de su “líder supremo” Kim Jong-un.
“Ya no hay una lealtad genuina al régimen ni a Kim Jong-un, es una lealtad forzada, donde uno debe ser leal o enfrentar la muerte”, sentencia.
El “acto más malvado” de Kim Jong-un
El reciente cambio ha sido impulsado en gran medida por una afluencia de películas, series y música surcoreanas que entran de contrabando al Norte, donde es ilegal verlas y escucharlas.
“La gente no ve contenidos surcoreanos porque tengan creencias capitalistas, simplemente tratan de matar el tiempo en sus vidas monótonas y sombrías”, afirma Ri, y luego se pregunta: “¿Por qué los surcoreanos viven la vida de un país del primer mundo mientras nosotros estamos empobrecidos?”.
Pero Ri cree que, aunque los contenidos surcoreanos están cambiando a Corea del Norte, no provocarán su colapso debido a los sistemas de control.
“Kim Jong-un es muy consciente de que la lealtad está menguando, que la gente está evolucionando, y es por eso que está intensificando su régimen de terror”, asevera.
El gobierno ha promulgado leyes para castigar duramente a quienes consumen y distribuyen contenidos surcoreanos. La BBC habló con un desertor el año pasado que dijo haber presenciado la ejecución de alguien por compartir música y programas de televisión del Sur.
La decisión de Corea del Norte, a finales del año pasado, de abandonar tras décadas su política para eventualmente reunificarse con el Sur, fue un intento más de aislar a la ciudadanía respecto del país vecino.
Ri describe esto como el “acto más malvado” de Kim Jong-un, porque todos los norcoreanos sueñan con la reunificación.
Alega que, mientras los anteriores líderes de Corea del Norte habían “robado la libertad, el dinero y los derechos humanos de la gente, Kim Jong-un les ha robado lo que les quedaba: la esperanza”.
Fuera de Corea del Norte, se presta mucha atención a la salud de Kim Jong-un y algunos creen que su muerte prematura podría provocar el colapso del régimen. A principios de esta semana, la agencia de inteligencia de Corea del Sur estimó que Kim pesaba 140 kg, lo que lo ponía en riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Pero Ri cree que el sistema de vigilancia y control está demasiado bien establecido como para que la muerte de Kim pudiera amenazar a la dictadura.
“Otro líder malvado simplemente ocupará su lugar”, vaticina.
La sucesión
Se ha especulado ampliamente que Kim está preparando a su hija pequeña, cuyo nombre se cree que es Ju-ae, para que sea su sucesora, pero Ri descarta esa idea.
Según Ri, Ju-ae carece de la legitimidad y la popularidad necesarias para convertirse en líder de Corea del Norte, especialmente porque se cree que el linaje sagrado de los Paektu, que los Kim utilizan para justificar su gobierno, solo se transmite a través de los hombres de la familia.
Al principio, la gente estaba fascinada por Ju-ae, afirma Ri, pero ya no. Se preguntan por qué asistía a pruebas de misiles en lugar de ir a la escuela, y por qué vestía ropa de diseño de lujo en lugar de su uniforme escolar como otros niños.
En lugar de esperar a que Kim enferme o muera, Ri dice que la comunidad internacional tiene que unirse, incluidos los aliados de Corea del Norte, China y Rusia, para “persuadirla persistentemente hacia un cambio”.
“Esto es lo único que provocaría el fin de la dictadura norcoreana”, añade.
Ri espera que su deserción inspire a sus compañeros, ya no a desertar ellos mismos sino a impulsar pequeños cambios desde dentro. No tiene grandes ambiciones, como que los norcoreanos puedan votar a sus líderes o viajar, sino simplemente que puedan elegir en qué trabajar, tener suficiente comida y poder compartir sus opiniones libremente entre amigos.
Por ahora, sin embargo, sus prioridades son ayudar a su familia a adaptarse a su nueva vida en Corea del Sur y que su hijo se integre en la sociedad.
Al final de nuestra entrevista, plantea un escenario: “Imagínese que le ofrezco una aventura y le digo que, si tenemos éxito, ganaremos a lo grande, pero si fracasamos, significa la muerte.
“No estaría de acuerdo, ¿verdad? Bueno, esa es la elección que impuse a mi familia, y ellos aceptaron en silencio y me siguieron”, dice.
“Ahora es una deuda que debo pagar por el resto de mi vida”.
Información adicional de Jake Kwon y Hosu Lee.
Fuente: BBC News Mundo
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