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Microtelenovelas chinas: el formato audiovisual viral que conquista a la generación Z y arrasa en redes sociales

Las telenovelas son uno de los productos audiovisuales con más tirón gracias a su estructura: seriales con muchos episodios en los que se desgrana a escasa velocidad una trama que engancha a los espectadores de forma irremediable. Su éxito reside en esta complejidad asentada en la duración de la serie y de sus capítulos, sin olvidar los enrevesados giros de guión y los múltiples personajes, que sirven para crear historias sin fin.

Sin embargo, las nuevas generaciones han elevado al estrellato audiovisual a un producto que rompe las normas tradicionales de las telenovelas. Son las llamadas micronovelas o microdramas, que emulan a las telenovelas en lo que se refiere a las tramas y potencial duración en el tiempo del producto, pero se asientan en episodios de entre uno y dos minutos y con formato vertical, pensados para móviles y para un consumo en redes sociales. Un concepto que “no reinventa la telenovela, sino que se limita a transformar la manera de suministrarla, y se alinea con los hábitos de consumo audiovisual acelerado que imponen los móviles”, explica Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del grupo GAME.

Qué son las micronovelas

Las micronovelas son muy populares en China, se estima que en 2024 congregaron a más de 570 millones de usuarios en este. La plataforma ReelShort, propiedad de la compañía Crazy Maple Studio, es la principal impulsora de micronovelas en China, y ya cuenta con un catálogo que supera los treinta títulos con éxito de audiencia.

La facilidad para lanzar nuevas series radica en que son productos de bajo coste, con un presupuesto medio de unos 300.000 dólares por micronovela, según explica la experta de la UOC, y equipos técnicos con escasa trayectoria profesional, aunque hay títulos que apenas destinan 50.000 euros a una tanda de no más de cincuenta o cien episodios. Todo ello, pensado para alimentar la voracidad de usuarios que consumen de forma casi compulsiva los episodios, desperdigados por redes sociales y plataformas como TikTok, YouTube o Instagram, convertidas en imanes que atraen a un público compuesto mayoritariamente por mujeres de entre 18 y 45 años, “enganchadas” a tramas de lo más variopintas.