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Todo lo que falló en el último caso de asesinato machista, el de Martha, de 21 años, delante de su bebé en Villaverde

Martha entró hace un mes a la pastelería de Fátima, en Villaverde Alto, un barrio del sur de Madrid, preguntando por una habitación de alquiler para poder empezar una nueva vida con su bebé, de poco más de un año de edad. Venía de estar seis meses en una casa de acogida para mujeres jóvenes maltratadas en Ciudad Real, de la que salió en septiembre tras pedir el alta voluntaria. “La conocí en mi negocio y decidí ayudarla. No le alquilé nada, le dejaba vivir conmigo y a cambio me ayudaba con mis tres hijos”, explica Fátima por teléfono. 

En esa vivienda de la calle Astillero, hace solo 48 horas, Martha de 21 años, murió por las cuchilladas que le asestó su exnovio, Juan José, de 30 años, al que había denunciado en el mes de marzo por agresiones y del que tenía una orden de alejamiento, que había quebrantado en varias ocasiones. La mató delante de su bebé, que se quedó en la habitación junto a su madre muerta, hasta que una de las hijas de Fátima se los encontró. 

El de esta joven es un caso que tendrá que revisar el Ministerio de Igualdad en su próximo gabinete de crisis sobre violencia de género: un caso de maltrato, denuncia, juicio rápido, centros de acogida, orden de alejamiento sin vigilancia, quebrantamientos, más denuncias, retiradas de denuncias, contacto de la víctima con su agresor y que terminó de la peor manera, con Martha asesinada y su bebé, huérfana. Y todo lo anterior ocurrió en solo siete meses, de marzo a octubre, de 2025.

“Lo que falla es todo” responde tajante Fátima, la mujer que vivió los últimos días con Martha y su chiquilla. “Con seis quebrantamientos y 21 años que tenía como mínimo tenían que haberle puesto a él la pulsera (dispositivo que detecta cuando un maltratador se acerca a su víctima)”, clama. Esta vecina de Villaverde muestra poco extrañamiento y dice que ella misma tiene un caso abierto por violencia de género y sufre la falta de medios y la ausencia de ayudas: “No nos protegen. A mí no me ha llamado nadie desde el juicio rápido y no recibo ninguna ayuda hasta que el juicio definitivo, dentro de un año o más. ¿Es que en ese tiempo no comen mis hijos? Te dicen que denuncies, pero no te protegen”, asegura con una mezcla de enfado y de rabia de estar viviendo las terribles consecuencias de que el asesinato machista ocurriera en su propia casa.

Dos casas de acogida

Rosario responde el teléfono de la casa de acogida para mujeres jóvenes maltratadas (de 18 a 30 años) que las Adoratrices tienen en Ciudad Real. Explica que ahora mismo allí viven seis mujeres, con niños de hasta un año de edad. Rosario recuerda a Martha como “una chica muy maja” que pasó con ellas medio año. Llegó con su bebé en marzo de 2025 de un centro de emergencia en Azuqueca de Henares (Guadalajara) y se marchó en septiembre cuando pidió el alta voluntaria. 

En la consejería de Igualdad de Castilla La Mancha corroboran que Martha, residente en Horche (Guadalajara), solicitó en marzo ayuda por violencia de género en la línea telefónica y fue enviada a un centro de emergencias de Azuqueca de Henares, porque en la primera valoración de su caso ya se consideró que tenía que salir forzosamente del piso que compartía con su agresor. El seguimiento inmediato indicó que debía poner más distancia de por medio del agresor, que residía en Guadalajara, y debido a su juventud, así como a su reciente maternidad, se optó por asignarle una plaza en el centro de las Adoratrices de Ciudad Real. 

“Se busca siempre el espacio más idóneo, para que las mujeres puedan estar protegidas y recibir una intervención social que les permita encontrar una nueva vida alejadas de la situación de violencia”, explican en la Junta de Castilla La Mancha.

Rosario, trabajadora de Adoratrices, confirma que en la casa de acogida está prohibido que los agresores contacten a las víctimas. “Intentamos que no ocurra, pero tampoco es que lo sepamos. Sí sabemos que alguna vez (Martha) puso denuncias en la Policía de Ciudad Real porque él la contactó, sobre todo al principio”, revela.   

Denuncias interpuestas y retiradas

Fuentes cercanas al caso han explicado que, en ese tiempo, Martha retiró alguna de las denuncias que había interpuesto por quebrantamiento de la orden de alejamiento. Esto es una práctica que ocurre, a veces, cuando los agresores y las víctimas retoman el contacto. Solo en Madrid, en el segundo semestre de este año, el 13% de las mujeres decidieron no declarar contra su agresor en un juicio, según datos del CGPJ. En muchas ocasiones es por miedo, porque ellos las convencen de que van a cambiar, o por dependencia económica.

Después de estar medio año con las Adoratrices, donde las mujeres tienen un cuarto individual y siguen un proceso de intervención social de cara a prepararlas para vivir con autonomía, Martha pidió el alta voluntaria. “Se fue de la casa porque llega un momento en que termina el proceso, ella ya decide que parece encontrarse bien y dijo que podía organizarse fuera. Profesión no tenía, pero quería trabajar. Primero se fue a vivir a un pueblo de Ciudad Real y después a Madrid”, explica Rosario, todavía “en shock” por la noticia del asesinato. Efectivamente, Martha abandonó la casa de acogida para irse a vivir a Valdepeñas con otra chica que conoció en las Adoratrices, pero la convivencia no funcionó y decidió volver a Madrid.

Las Adoratrices no cortan el contacto cuando las jóvenes a las que asisten se marchan del centro de acogida y, al menos telefónicamente, les siguen asesorando con la compleja burocracia de las ayudas para víctimas de la violencia de género. En este caso, Martha seguía en contacto con ellas porque tenía varios enseres todavía en Ciudad Real e incluso ella les hizo poco antes de morir una videollamada a las trabajadoras del centro para que vieran a su hija. “Habíamos hablado hace tres días con ella, de cosas que tenía, de dudas sobre su situación, de ayudas y papeleos”, explica Rosario, a quien se le quiebra la voz. “Ayer cuando nos enteramos, nos quedamos en shock, es una sensación como que te quitan a alguien muy querido. Las queremos mucho. El dolor que tenemos mayor es por la niña”, dice en referencia a la bebé.

Asegura Rosario que muchas de las jóvenes, a las que llama “las chiquillas”, cuando dejan el centro de acogida para maltratadas, un recurso de tiempo limitado, se organizan muy bien. “Encuentran una casa y estudian o trabajan”.  Y dice que Martha salió “con la ilusión de buscar una vivienda y un trabajo para salir adelante con su hija”.  

“Las primeras que se tienen que proteger son ellas”

Ya en Madrid Martha entró en la pastelería de Fátima, quien corrobora que ella se vio en alguna ocasión con su agresor. Algo que no le extraña a una agente de la UFAM de un municipio grande del sur de Madrid, que prefiere no identificarse, pero explica cómo funciona el riesgo establecido por el sistema Viogén y lo difícil que resulta proteger a mujeres que no cortan el contacto con sus agresores. 

“Las primeras que se tienen que proteger son ellas. Si no se protegen, si hablan con ellos o les dicen dónde están mi labor se dificulta mucho. Aquí donde yo trabajo (una localidad de alrededor de 200.000 habitantes) tenemos 200 víctimas en riesgo con 2 policías. No podemos estar con las 200“, reconoce. Y no es algo solo de su municipio, dice que la media de protección está en España en unas 100 mujeres en riesgo por cada agente.

La agente de la UFAM explica que es el sistema Viogén es el que, con las respuestas a las preguntas del programa y en base a unos algoritmos, determina el riesgo de una mujer en bajo, medio, alto o extremo.

Al principio, cuando se denuncia, el riesgo mayor, pero con el tiempo va bajando”, revela sin conocer el caso concreto de Martha. E insiste en que si ellas mimas quedan con sus agresores, “poco puede hacer la Policía, por mucha policía que pongas”. Otras fuentes sugieren que el riesgo podría haber bajado de alto a bajo debido a la retirada de las denuncias contra el agresor. La Delegación del Gobierno de Castilla La Mancha no ha dado detalles del caso de Martha, que se encuentra bajo investigación.

El protocolo que siguen los cuerpos de la Policía y la Guardia Civil en la asistencia a maltratadas establece que, en situación de riesgo bajo, la que tenían en la actualidad Martha y su bebé, reciben llamadas cada dos meses de manera obligatoria. “Pero cada caso es diferente”, puntualiza la agente de la UFAM: “Las llamamos también si van a tener un juicio, o si vemos la necesidad”. En el caso de riesgo alto reciben, “de normal, una llamada a la semana, pero si por ejemplo acaba de poner la denuncia, entonces se la llama todos los días. Tampoco es lo mismo que su agresor esté detenido que si no lo está, entonces el contacto es más habitual”.

Solo en el último mes, cuatro o cinco de las mujeres a las que protege esta agente se han machado del recurso de la casa de acogida, “sin forma de localizarlas”. Algunas se marchan, dice, “porque no siempre es fácil la convivencia, porque hay unas normas y no a todo el mundo le gustan, pero es un recurso en el que además les facilitan formación y asesoría. Además, a veces les es difícil seguir manteniendo trabajos o colegios de los niños si el traslado es a una casa muy alejada de donde solían vivir”. 

Víctimas más jóvenes

Martha solo tenía 21 años. La agente de la Policía reconoce que era muy joven, pero señala que está siendo cada vez más habitual que las víctimas de violencia de género sean “mujeres muy jóvenes” que aceptan como normales las relaciones tóxicas. “Cuando he dado charlas en institutos he visto que no tienen conciencia de la violencia de género. Con todo lo que se ha luchado. Te dicen que este chico es celoso, posesivo o controlador, o que les mira el móvil, pero es porque les quieren”, explica.

En la consejería de Igualdad de Castilla La Mancha afirman que Martha recibió toda la atención que solicitó, hasta que voluntariamente decidió volver a Madrid. Pese a lo sucedido, sí que recomiendan a las maltratadas pedir ayuda y confiar en el sistema, “que puede ser mejorable en cuanto a la coordinación, pero no se debe poner en cuestión en su totalidad cada vez que hay una asesinada, porque a diario salva a miles de mujeres“.  

Fuente: 20minutos.es