He pasado revista a los ocho candidatos junto con ustedes, tratando de ser lo más objetivo con cada uno.
La primera observación que surge es que todos aman a SU Ecuador, no AL Ecuador. Y de esa incapacidad de mirar al Pais en su conjunto surgen todas las demás consecuencias, que nos mantienen fraccionados y desunidos.
Si, por ejemplo, por la gravedad del tema, existiese una declaración conjunta de los ocho candidatos sobre el tema Yasuní, se podría pensar que hay un sincero deseo de hacer País.
Pero no.
Porque en cada tema que se toque, cada cual tiene su propia visión, y es incapaz de aceptar la ajena, porque contradice sus intereses o creencias.
Esa es la gran tragedia nacional.
Desde hace décadas, buscamos al salvador, al guía, al iluminado, que nos resuelva todos los problemas con la varita mágica y sin afectar a nada ni a nadie.
Bien nos ha ido.
Somos incapaces de preguntar, entender y colaborar en la consolidación de las instituciones, en la disciplina fiscal, en la preservación del medio ambiente, en la planificación básica, en las reformas constitucionales, legales y mil temas más.
Hacemos poco y hablamos mucho, y cuando hay recursos públicos hacemos “fiesta“ con los amigos y el resto del país que espere.
Esa es la lógica de los movimientos políticos.
Juzgamos, criticamos y culpamos, pero jamás admitimos una responsabilidad en nuestros fracasos. Luego de dos años, la culpa es de Lasso. De la Asamblea. De los jueces. De los partidos. No nuestra.
Nosotros solo los elegimos, sin información, análisis ni rendición de cuentas.
Allá ellos. Que nos salven solos y les juzgaremos a la salida.
Porque claro, luego viene la decepción.
Allí están los votos nulos y en blanco, cuya proporción crece en relación directa con la frustración del público por los incumplimientos reiterados.
Hoy, tenemos una nueva oportunidad, lista para ser desperdiciada junto con las anteriores.
O quizá para empezar a cambiar en algo las cosas.
¡Votemos bien! (RAUL ANDRADE – LA REPUBLICA)
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