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¿A usted le gusta que le digan borrego?

Representar al electorado correísta como una manada de borregos es, sin duda, una apuesta arriesgada de Vinicio Alvarado, máximo estratega de la campaña electoral del correísmo. Por más sonreídos, iluminados, infantiles y tiernos que aparezca, el borrego en el imaginario de las sociedades es muy fuerte desde tiempos bíblicos. Su escasísima inteligencia y su tendencia a vivir en una manada que acepta incondicionalmente a una figura de autoridad hace que los borregos sean vistos como seres sin individualidad y sin capacidad de decisión. Por más que un borrego aparezca como un teletubbie o un Bob el Constructor, siempre será difícil cambiar una percepción milenaria.

No es posible saber qué es lo que exactamente quiso Alvarado al tomar la decisión de lanzar su campaña, pero hay cosas evidentes. Para comenzar se trata de un intento hercúleo de lo que se llama la reversión del estigma, es decir revertir una idea negativa que se tiene sobre una persona o colectivo por una positiva.  

¿Para qué revertir el estigma del borrego? Un motivo es cauterizar las heridas que quedaron dentro del correísmo luego de que se escogió a Luisa González como candidata. Muchos militantes y electores orgánicos del correísmo no vieron con buenos ojos que se candidatice a una señora cuyo único mérito es ser  la única persona de absoluta confianza de Rafael Correa. Además, molestó mucho que haya habido que obedecer, como borregos, la decisión de Correa y Alvarado de imponer a González como candidata, ¿Habiendo tantos cuadros mucho más preparados por qué se escogió a la íntima amiga de Correa? El resentimiento y fastidio de que no se haya escogido a Carlos Rabascall o Andrés Arauz es conocido en las filas del correísmo y fue notorio en redes sociales.

En los cálculos de Alvarado, también es necesario fortalecer la unidad del electorado correísta para asegurar todos sus votos y ver si se logra ganar en una sola vuelta. El que mucho voto correísta se esté yendo a Jan Topic, en ciertos sectores de la Costa, y a Yaku Pérez en la Sierra, es un tema que no quieren descuidar. “El 20 de agosto se baja la lanfor”, ha dicho repetidamente Vinicio Alvarado en su cuenta de Twitter, en clara alusión a la idea de ganar en la primera vuelta. Esto, pensando en que el resto de candidaturas han polarizado al electorado anti correísta. 

Es evidente también que Alvarado busca que todos los sectores de la sociedad puedan sentirse cómodos. Por eso, desde su cuenta en Twitter sale el borreguito estudiante, el borreguito agricultor, el borrreguito constructor y así. Hasta un borreguito hincha de Barcelona sacó, seguramente con la idea de entusiasmar al alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, que se demoró dos días en unirse al operativo.

Sin embargo, lo de los borregos felices y orgullosos provoca  interrogantes. ¿Habrá suficientes correístas a los que no les incomode que se los identifique con un borrego como para completar el 40% en una sola vuelta? ¿Los votantes de otros sectores se sentirán cómodos de ser vistos como miembros del colectivo de borregos? 

Lanzar un operativo así de reversión de estigma también tiene riesgos. Uno de ellos es que la contraparte se dé gusto reviviendo el estigma de los borregos y haciendo borreguitos, asimismo en inteligencia artificial, que refuercen el  prejuicio milenario de la manada obediente y no deliberante. 

El encasillar al correísmo dentro de un corral de borregos, por más sonreídos y luminosos que sean, también puede ser contraproducente en una segunda vuelta. Ahí, seguramente, la lucha final será entre quienes estén dispuestos mansamente a ser considerados como borregos y quienes no.

Sólo el tiempo dirá si la idea fue buena o no. Por lo pronto, lo que se sabe es que la idea del comando correísta es no revelarse a la idea de que sus votantes sean considerados unos obedientes borregos, sino que se sientan orgullosos de serlo. Por: MARTIN PALLARES