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La joven que se quedó ciega haciendo jabón y recuperó la vista un año después

La historia de Marta Bustos solo puede definirse con una palabra: coraje. Una cualidad a la que se vio obligada a recurrir hace tres años tras sufrir un fatal accidente que le trastocó la vida y el rostro. A cambio, desarrolló una nueva forma de mirar el mundo: desde la superación y el optimismo.

Era un día cualquiera de junio de 2020. A excepción de un pequeño, pequeñísimo detalle, que acabamos por normalizar. No quedaba otra. El mundo estaba paralizado por culpa de una pandemia mundial que, parecía, iba a quedarse entre nosotros para siempre. Un momento de incertidumbre que mucha gente aprovechó para desarrollar nuevos hobbies, habilidades, hacer ejercicio, aprender a cocinar, hacer yoga… En fin, un tiempo que debimos ocupar como pudimos porque se volvió eterno. Lo más parecido a un día de la marmota sin final predecible.

Marta vivía en Seattle, Estados Unidos. Se había trasladado a la ciudad desde su España natal, junto a su marido, de origen estadounidense. La joven, que tenía en ese momento 24 años, dedicaba sus días a hacer jabón artesanal. No era la primera vez. Desde hacía tiempo elaboraba sus propios productos cosméticos e higiénicos naturales en casa, con sus manos. Pero ese día, algo salió mal. Se disponía a fabricar la segunda tanda de jabones de la jornada a partir de mezclar sosa caustica, agua y aceite. La reacción química fue tan brutal que le explotó en la cara, quemándole el rostro y llevándose por delante la visibilidad de los ojos casi de inmediato.

Marta Bustos. Foto: @stuntmanmarta
Marta Bustos. Foto: @stuntmanmarta

Fue ingresada de urgencias en el Harborview Medical Center de Seattle. Recuerda esas primeras 24 horas como las peores de su vida, entre el dolor y la incertidumbre de no saber si volvería recuperar la vista. Tras el ‘shock’ inicial, los médicos el hospital le comunicaron el peor de los pronósticos: no volvería a ver.

Mientras iban pasando los días, la factura hospitalaria adquirió un saldo a deber con forma de suma astrónomica. La joven no contaba con seguro médico porque todavía estaba en proceso de inmigración y, en esas condiciones, las cláusulas para acceder a uno eran bastante limitadas. Sin vista y sin dinero, ella y su pareja decidieron hacer un vídeo para pedir ayuda. Y funcionó.

La campaña de recaudación de fondos obtuvo millones de visualizaciones y el apoyo de miles de personas que se volcaron de inmediato con la calidez humana de la joven, su valentía para salir adelante y su sentido del humor. Logró reunir cerca de 250.000 euros (algo más de 4,5 millones de pesos) que Marta destinó a pagar lo que debía en el hospital, empezar los procedimientos médicos y volver a casa, a Barcelona, con los suyos. A partir de ese momento, comenzó a relatar su día a día en las redes y la gente se enganchó a sus historias, a su forma única de afrontar la vida y su nueva discapacidad, sin un ápice de victimismo; mensajes llenos de realismo, esperanza y agradecimiento. Al fin y al cabo, estaba viva y eso era lo único que importaba.

De 600 seguidores en Instagram, pasó a los 228.000 que tiene ahora. “Perder la vista te quita muchísima independencia, pero es increíble de lo que son capaces tanto la mente como el cuerpo. Claro que tú tienes que poner mucho de tu parte, pero todo se adapta y se regula por sí solo”, le contó al diario español ‘El Mundo’

Marta Bustos, el milagro de la ciencia

Ya se había hecho a la idea de sus ojos se habían apagado para siempre. Eso le habían dicho los médicos estadounidenses hacía un año y quién pone en duda el diagnóstico de los médicos… “Nos encontramos ante una situación muy dramática. Asumí que me había quedado ciega de por vida, creía que era imposible que mis ojos sobrevivieran a algo así”, continúa en la entrevista.

Hoy, tres años después del fatídico accidente y gracias a la determinación de diferentes equipos de profesionales médicos, primero, de la Clínica Barraquer y luego, los de Oftalvist, ambos radicados en su ciudad natal, ha podido recuperar por completo la visión de su ojo derecho gracias a una prótesis ocular. Es capaz de leer, de conducir, aunque a diario tiene que usar miles de colirios para la irritación y limpiarse la prótesis. Su ojo izquierdo, tampoco es un caso perdido, como le dijeron en Estados Unidos. Está pendiente de un trasplante de cornea y trasplante de células madre que, si todo va bien, le devolverán la visión de ese ojo progresivamente.

Fuente: Yahoo en Español