Rolando Álvarez, de 56 años, lleva en prisión desde febrero, cuando un tribunal sandinista lo condenó a 26 años entre rejas y lo despojó de la nacionalidad nicaragüense.
El obispo de la diócesis de Matagalpa, conocido por ser un crítico inquebrantable del gobierno de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, salió de la cárcel esta semana y volvió a entrar horas después en un episodio rodeado de secretismo.
Álvarez fue excarcelado provisionalmente para que el gobierno y la Iglesia católica negociaran su liberación y posible marcha al exilio, pero este se negó a abandonar Nicaragua y lo regresaron a su celda en la cárcel La Modelo al noreste de Managua, según indicaron este miércoles fuentes diplomáticas y activistas a medios locales e internacionales.
BBC Mundo no ha podido verificar de forma independiente esta información
El obispo ya se negó el pasado 9 de febrero a salir de Nicaragua junto a más de 200 opositores al gobierno a los que expulsaron a Estados Unidos por supuesta “traicion a la patria”.
Entre los excarcelados estaban los ex precandidatos presidenciales Juan Sebastián Chamorro y Félix Maradiaga, además de la histórica activista Dora María Téllez y otras figuras políticas, periodistas, académicos y miembros de la sociedad civil.
En aquella ocasión, el propio Ortega confirmó que Álvarez (que entonces llevaba 6 meses bajo arresto domiciliario) se había negado a subir al avión de los desterrados y lo acusó de soberbia.
Y un día después, el 10 de febrero, fue condenado a 26 años de prisión por “traición a la patria”, entre otros delitos, e inmediatamente ingresó a la prisión La Modelo.
Pero ¿quién es este religioso y por qué se niega a marcharse de Nicaragua pagando como precio su libertad?
Una voz crítica
Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa, ha sido considerado durante años como una de las voces más críticas ante la situación que vive Nicaragua.
En sus homilías, abordaba cotidianamente los problemas de los feligreses y ha hecho escuchar su voz para criticar los supuestos abusos contra los derechos humanos cometidos por la Policía Nacional de Nicaragua o los derechos de los campesinos en ese país.
Además, tuvo un papel destacado en la mediación que ejerció la Conferencia Episcopal de Nicaragua durante el proceso de diálogo puesto en marcha tras las masivas protestas populares ocurridas en 2018 en la nación centroamericana cuya dura represión por parte del gobierno generó centenares de muertos.
Álvarez también ha hecho frente a las agresiones que la Iglesia católica ha sufrido en Nicaragua de parte no solamente del gobierno, sino también de la militancia sandinista.
De acuerdo con el informe “Nicaragua, ¿una iglesia perseguida?”, elaborado por la abogada Martha P. Molina, la Iglesia católica en ese país fue objeto de 396 agresiones entre 2018 y 2022.
La cifra incluye daños y pintadas en los templos, cierre de medios de comunicación vinculados a la Iglesia; acoso, intimidación, detención y enjuiciamiento de religiosos, amenazas de muerte y exilios forzosos, entre otros.
En ese informe el nombre de Rolando Álvarez aparece mencionado 78 veces, no porque él haya sido objeto de un número semejante de ataques sino porque con frecuencia fue él quien denunciaba esas situaciones.
Así, por ejemplo, en abril de 2022, Álvarez hizo público que una de sus colaboradoras había sido víctima de una agresión. Entonces señaló: “No hagan con los fieles lo que quieren hacer conmigo. Lo que quieran hacer conmigo, si van a hacerlo, háganlo conmigo y no con los fieles, no con el santo pueblo de Dios”.
Un mes más tarde, el obispo inició un ayuno con agua y suero para protestar por el acoso policial del que -aseguraba- estaba siendo víctima.
Entre otras acciones contra la Iglesia católica que han tensado la situación, las autoridades nicaragüenses también expulsaron al Nuncio Apostólico y cancelaron de organizaciones no gubernamentales afiliadas a esa institución, entre otros.
Ante ello, según han denunciado feligreses católicos, el papa Francisco y el Vaticano han guardado silencio hasta ahora. Algo que contrasta claramente con la posición de Álvarez.
El juicio a una figura popular
En agosto de 2022, la policía nicaragüense llegó una madrugada a la casa parroquial de Matagalpa y detuvo a Álvarez y a otros seis religiosos.
El obispo permaneció detenido sin cargos durante más de 100 días hasta que en diciembre, fue acusado por los delitos de “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas”.
Según la prensa nicaragüense, las autoridades del país le habían ofrecido liberarlo si accedía salir del país.
El pasado 13 de enero, el diario La Prensa de Nicaragua publicó unas declaraciones de monseñor José Antonio Canales, obispo hondureño de Danlí, quien aseguró que el gobierno de Ortega le había ofrecido a Álvarez la posibilidad de dejarlo libre a cambio de enviarlo al exilio, justo lo que ocurrió este jueves con los 222 opositores enviados a EE.UU.
“Las noticias que nosotros hemos tenido es que a monseñor Álvarez le han ofrecido la libertad, pero fuera de Nicaragua. Lo que no quieren son voces críticas dentro de Nicaragua“, señaló entonces Canales.
Pero entonces, al igual que ahora, Álvarez no accedió a marcharse de Nicaragua.
El obispo no es solo una de las voces abiertamente críticas con el gobierno de Nicaragua, también es una figura muy popular en el país.
Cuando asumió como obispo de Matagalpa en 2011, Álvarez fue recibido por una gran multitud que salió a las calles para saludarle y que, luego, desbordó la catedral para presenciar su ordenación, ritual que muchos tuvieron que ver fuera del recinto a través de unas pantallas gigantes que fueron desplegadas.
Álvarez, por su parte, ha mostrado su interés por permanecer cerca de los feligreses con numerosos gestos, como, por ejemplo, su decisión de rechazar la oferta del entonces papa Benedicto XVI de hacer su consagración en Roma, optando por hacerla en Nicaragua, cerca de su gente.
Y es que Álvarez es conocido por ser un pastor cercano a la ciudadanía, que usa su cuenta de WhatsApp para orientar a sus feligreses y es capaz de subirse a predicar a un autobús.
La prensa nicaragüense asegura que le han visto subiendo montañas en burro o cruzando ríos en pequeñas barcas para acudir al encuentro de los fieles en los poblados más remotos de Matagalpa.
Y es que, según ha confesado Álvarez, se ha fijado como meta personal visitar las 400 comunidades que existen en su departamento.
* Esta nota fue originalmente publicada en febrero cuando monseñor Álvarez fue condenado a 26 años de cárcel y actualizada este 5 de julio con su fugaz excarcelación.
Fuente: BBC News Mundo
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