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El latido nocturno de Cuenca

Caminar por las calles céntricas de Cuenca cuando cae la noche es descubrir su lado oculto. Las luces, la música, el barullo de conversaciones y las risas guían hacia un solo destino: el parque Calderón.

Este lugar, que durante la presidencia de Eloy Alfaro fue nombrado plaza Luis Vargas Torres, tiene dos formas de vivirlo. Una, durante el día con cientos de ejecutivos y funcionarios públicos que transitan presurosos entre los distintos edificios gubernamentales.

La otra, cuando las luces de la ciudad se encienden y el parque deja atrás esa imagen formal y se convierte en un bulevar que congrega a cientos de ciudadanos que disfrutan de un paseo por sus pasillos o que solo comparten un momento en las recién restauradas bancas de madera.

El frío intenso que se siente en la ciudad no es impedimento para que turistas como Marcela Párraga descansen frente a la catedral de La Inmaculada. Ella llegó desde Portoviejo y trajo guantes, bufandas y gorras para “enfrentar” el clima de la Atenas del Ecuador.

Comentó que junto con sus dos hijos, esposo y primos recorrió todo el parque. Caminó por los portales de la catedral en donde degustó las espumillas de Janeth Paucar, quien permanece sentada junto con su charol en la esquina de las calles Benigno Malo y Sucre.

También aprovechó para capturar gratos recuerdos en espacios como la calle Santa Ana y el Seminario San Luis, lugares donde propios y extraños buscan los mejores ángulos para retratarse con el mítico entorno o con las cúpulas iluminadas de la catedral.

Al igual que Párraga y su familia, decenas de ciudadanos originarios de diferentes latitudes del mundo disfrutan de todos los espacios que hacen del Centro Histórico un destino imperdible.

Espacios

Si bien, durante el día, alrededor del Parque Calderón se mueve el desarrollo social, cultural y económico de la ciudad, hay otros espacios económicos que permanecen activos más allá del horario de oficina.

Lugares como los portales, ubicados en tres de las cuatro aceras que rodean al parque, congregan a más de 20 locales que ofrecen todo tipo de gastronomía. Aquí se puede encontrar desde un helado en cono, pasando por comida típica hasta gastronomía internacional.

También coexisten cosas tan sencillas como un charol de espumilla, o uno de chifles, papas y canguil; así como puestos de artesanías que son exhibidas sobre el suelo o en improvisadas mesas.

Janeth Paucar, por ejemplo, lleva 18 años ofreciendo la tradicional espumilla. Con una amplia sonrisa recibe a quienes por tan solo 50 centavos se llevan un bocadillo dulce acompañado de mermelada y grajeas de colores.

Mientras vende sus productos, asegura que la esquina donde se ubica se convirtió en su segundo hogar. Ahora que es temporada vacacional sus hijos la acompañan durante todo el día.

Asegura que los fines de semana hay gran movimiento y que esto es “bueno para el negocio”.

Como ella, también se ubican en la acera de la calle Benigno Malo y Bolívar más de 15 artesanos. Son personas de Argentina, Ecuador, Colombia, Chile, Uruguay que hicieron de Cuenca, con el paso de los años, su hogar.

Jesús Carvajal es uno de ellos. Exhibe collares, pulseras, anillos, aretes y otros accesorios elaborados por él. Llegó desde Santo Domingo de los Tsáchilas hace diez años y desde entonces se dedica a este oficio y se ubica en la misma esquina.

“¡Venga!, ¿qué busca? ¿arte o accesorio? ¡Todo lo tenemos!”, dice a quienes transitan por el lugar. Unos se detienen y observa, pocos son los que compran, pero esto no lo decepciona. Dice que “así es el trabajo”.

Los artesanos llegan a este espacio desde las 18:00; antes, durante el día este espacio es ocupado por los tradicionales lustra botas, y se retiran cerca de la medianoche “cuando la heladería cierra y ya no tienen luz en el pasaje”, según explicó Carvajal.

Dicen que ya son parte activa del lugar y que su trabajo también aporta a esta transformación nocturna del parque Calderón.

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espacios públicos son los más visitados: calle Santa Ana, Seminario San Luis, catedral de La Inmaculada y Museo Catedral Vieja. (FABIAN CAMPOVERDE – DIARIO EL MERCURIO)