Rosa Cajamarca revivió el dolor de la muerte de sus dos hijos. Los niños murieron en un incendio en Santo Domingo.
Se muestra fuerte. Asegura que no tiene lágrimas para llorar y que se ha quedado sola.
Dice también que lo ha perdido todo y que ahora su gran compañero está en el cielo, junto a Dios.
Así describe Rosa Margarita Cajamarca los días que está viviendo desde que el pasado viernes, 30 de junio del 2023, poco antes de la medianoche, un incendio consumió su casa con todo adentro. Las llamas le arrebataron, incluso, a dos de sus hijos.
Los menores eran los más pequeños de los cuatro que procreó en diferentes compromisos.
Ángel Moisés Cajamarca tenía 3 años, y Jonathan David Loor, 9.
Ambos fueron sepultados en el cementerio de la cooperativa Plan de Vivienda Municipal, el domingo.
Después de eso, la mujer regresó llena de dolor a lo que fuera el lugar donde vivía.
La propiedad está sin techo, le falta una de las paredes, adentro solo hay restos de lo que hasta la semana pasada fue un humilde hogar.
Las labores de limpieza y recogida después de la tragedia, que se dio a causa de una vela encendida, comenzaron.
En el cuarto donde dormían los niños que murieron quemados había varios colchones y estructuras de palets, que se prendieron en llamas al instante.
Todo quedó carbonizado, y mientras Rosa limpiaba y recogía lo que el incendio consumió halló parte del pie de su hijo más pequeño.
De inmediato lo tomó entre sus manos y lo colocó en una caja. Lo limpió y le colocó una tela blanca encima.
“Es para que sus amiguitos lo puedan despedir; es lo único que quedó de él”, dijo el martes en medio de la resignación y el luto.
Luego, el pie será llevado hasta la tumba donde yace el cadáver del niño, para enterrarlo.
Rosa Margarita Cajamarca estaba trabajando el día que ocurrió la tragedia.
En las noches se gana la vida dando masajes, y en el día salía con Moisés a vender frutas.
Había dejado a los niños en la casa para salir a laborar, y al regresar, al día siguiente, conoció del terrible hecho.
Actualmente en la cocina de su casa tiene algunos platos y ollas, pero perdió sus camas, sus colchones, la ropa y los pocos muebles que había podido reunir en sus labores de reciclaje.
En la vivienda donde residía con sus hijos hoy no hay techo, una de las paredes debió ser derrocada y se ve en las paredes la huella de lo que el fuego consumió.
Hasta ahora le han dicho que se acerque al Patronato Municipal en busca de ayuda, y asegura que también cobra el bono, pero dijo que probablemente se lo pueden quitar.
Ella espera la colaboración de las autoridades, pues es madre soltera y los dos hijos que le quedan son menores de edad. (EL DIARIO)
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