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PASAR A LA HISTORIA…

De qué modo se puede evaluar el paso de las personas por la función pública en nuestro País.

Valorar una gestión por su trascendencia o su intrascendencia, las políticas públicas que fueron consolidadas o las políticas económicas y su efecto tangible en la Economía ecuatoriana, especialmente si provocaron equilibrio, desarrollo, bienestar o progreso en la mayoría de la población.

Es la objetividad con que toma en cuenta la evolución de los indicadores económicos y poblacionales del antes y el después, junto con las razones que dieron vía, o impidieron la cristalización de los propósitos y su factibilidad real.

Y lo más importante, considerar la línea de partida. Los indicadores de inicio de cada gestión pública y el diagnóstico de situación que permite al administrador esbozar estrategias y líneas generales para abordar los aspectos críticos que generen mayor alarma o urgencia.

Resulta absurdo suponer que alguien puede lanzarse a ciegas a enfrentar un reto de gobernabilidad sin antes saber lo que le tocará enfrentar, sin medir el riesgo del fracaso.

Y es lo que sucedió con el Post-correísmo. Brechas insondables en la Macro-Economía; Deuda sin capacidad de pago; petróleo embargado; Fisco agigantado. Y un presupuesto del Estado con déficit permanente, mayor endeudamiento para financiarlo; contingencias sin fondos de reserva; demandas internacionales por incumplimiento; en definitiva un país al borde de la quiebra fiscal, sobrepasado de compromisos incumplidos y sin recursos a la vista.

Los nuevos gobiernos debieron proponerse como un obligación de partida, establecer la situación fiscal dejada por Rafael Correa y sus diez años de administración del país, para saber con certeza cuál tenía que ser el plan que debía proponerse para restaurar la devastación institucional y económica heredadas.

Existen dos etapas muy claras en el país por esa razón. El correísmo y el Post-correísmo. Pasaron ya seis años desde Mayo 2017 y el Ecuador y sus dos gobiernos subsiguientes, no lograron determinar ni establecer lo que se debió hacer, como transición, para corregir las brechas económicas, retomar un equilibrio restaurador, en un gobierno de transición, que siente las bases para corregir las anomalías y retomar las alternativas de desarrollo socio-económico.

Lo bueno de todo, es que Correa no consiguió consolidar su mega-ambición como se lo hizo en Venezuela, con la expropiación de bienes y capitales privados que llevaron a ese país a la peor debacle, cayendo en una improductividad total, generando una hiper- inflación y dejando al país en manos de la corrupción de una élite infame, que sigue ofreciendo luego de 30 años lo mismo que al inicio.

Con la suspensión del período de Guillermo Lasso, parecería que la poca esperanza de restauración que nos quedaba, se esfumó. La acción del gobierno se extingue como la luz de una vela. Mientras la incertidumbre anida cada vez con mayor fuerza, tras la decisión de la Muerte Cruzada.

Si bien era el único camino que quedaba por tomar, ahora todo se agrava porque no existe alguien que pueda ver con claridad que es lo que se debe hacer en los próximos quinientos días de gobierno, más que acomodarse en sus asientos para asumir cargos y levantarse de los mismos para dejar el poder.

Esta va a ser la tercera transición frustrada en que la parálisis continúe, mientras apremian las soluciones para una población sin respuestas.

Los primeros cien días marcados por una parálisis económica, arcas fiscales vacías, presupuesto consumido, nuevo presupuesto sin financiación y promesas de campaña imposibles de ejecutar.

Los siguientes 365 días (2024), con nuevo presupuesto marcado por la misma o peor estrechez económica, pagos retrasados y emergencias sin fondos de contingencia. Sucederá lo mismo que pasó con Moreno. Dejar a la deriva las respuestas, incluidas las más urgentes, como lo fue ese plan de vacunación contra la pandemia, que se constituyó en el mayor y más miserable engaño.

Y la desesperante espera por que llegue el 2025, para caer en cuenta que nada pudo cumplirse, otra evaluación catastrófica; la oferta del gobernante para una nueva oferta irrealizable y la entrega del período más intrascendente de la historia del Ecuador.

Todo el statu-quo en stand by. Por suerte un sector productivo trabajando al máximo de sus capacidades, pero sin posibilidades de crear nuevos empleos, por la falta de certezas sobre lo que vendrá. La amenaza del infecto correísmo creciendo y consiguiendo cada vez más poder; un electorado decepcionado y que-me-importista y un Ecuador en caída libre, sin esperanzas de redención.

Responsables? Todos. Nadie se libra de ser parte de una ciudadanía pusilánime y sin voluntad, pese a que en sus manos está poder dirimir con su voto el destino de su país.

Pero cómo se puede dirimir algo, si ni los propios candidatos tienen claro lo que pueden y deben hacer si ganan las elecciones. Unos más populares que otros; unos más racionales que otros; unos más prepotentes que otros; unos más tontos que los demás, pero todos quieren llegar sin saber exactamente lo que les espera.

Juzguen ustedes el caso de DANIEL NOBOA! qué ausencia de discurso. O de Xavier Hervas. Un discurso doméstico e intrascendente que nos pone a pensar en Cómo tuvo tantos votos el 2021! O, lo que dice Jan Topic, revelando su convicción fascista! Sin ninguna otra visión que la crítica sin ser proactivo; Y lo peor. Esta candidata del correísmo, haciendo gala de su ineptitud, irrealidad e incoherencia, afincando su discurso en la asesoría del causante de la mayor debacle que sufrió este pobre país desde su fundación como nación. Eso sí, es el colmo de los despropósitos.

Ni la suma de todos los candidatos (excepto el correísmo), hacen UNO, que realmente valga la pena y genere alguna certeza. Recuerden esto. Nadie puede en tan corto tiempo, con las limitaciones casi irreversibles, podrá cumplir con alguna de sus ofertas que caerán en el vacío luego de sus 500 días de gobierno. Por: ESTUARDO MELO MORENO