RADIO COLOSAL

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GENTE TONTA!

A veces debemos hablar en primera persona para tomar responsabilidad de nuestros criterios y respaldar el sentido y coherencia de aquello que expresamos.

Y es que no encuentro justificación alguna a los denuestos y críticas contra el Presidente de Ecuador, el Señor Guillermo Lasso, aclarando que nada tengo que ver con su accionar político.

Especialmente porque si comparamos su administración, su talante, su expresión pública y su intención política, con los dos gobiernos inmediatamente anteriores, deberíamos estar sinceramente agradecidos, porque durante los tres años que le tocó lidiar con un País ingobernable y quebrado, ha logrado hacerlo sin que sus actos hubieran causado sobresalto, dudas o fallas de criterio en la conducción del Estado. Lo ha hecho sin ostentaciones, consiguiendo que los resultados obtenidos gracias a sus decisiones, hablen por sí mismos.

Existe una distancia diametral con el farsante Rafael Correa. Engañador conspicuo, autoritario y abusivo que se creía dueño del país y propietario absoluto de la verdad; engañoso y falaz, que mientras instauraba un estado de propaganda y coerción, buscaba negociar bajo la mesa millones de dólares de la contratación pública hasta convertir su botín en el símil de inmoralidad y codicia.

Varios miles de millones de dólares extraídos de la Economía ecuatoriana, para acumular una indecente fortuna mal habida, escondida bajo diferentes modalidades y utilizada de manera descarada en una venenosa campaña que pretende hundir definitivamente al País.

Tan notorias son las diferencias al comparar esos dos mandatos, que mientras el uno endeudó hasta sus máximos límites al Ecuador, el otro se ha pasado lidiando por solucionar los problemas de iliquidez heredados y cumplir con las obligaciones que devienen de una deuda casi impagable que dejó al País en un estado de incapacidad económica.

Proyectos irreales, mal pensados, con sobreprecio, ejecutados vía emergencia, para evitar controles, con funcionarios de control que escondían la corrupción; que eran implementados más por hacerse de dineros corruptos, que por el beneficio de la obra en sí.

Se puede comparar algo de lo descrito con el gobierno actual?

Si pasamos a comparar el período de Lenin Moreno con el actual, podríamos decir que Moreno gobernó también por dos años y los dos siguientes, abandonó todas las alternativas válidas que tuvo a mano para recuperar la economía y salir de la grave situación heredada del correísmo. Lo rescatable de ese gobierno fue la consulta popular que eliminó las pretensiones de reelección indefinida de Correa y la recuperación de la institucionalidad, gracias a la firme actuación de Julio César Trujiillo en el CPCCS, que expulsó a los correístas de las entidades de control, que quedaron en esos cargos para encubrir las barbaridades perpetradas por Correa.

Pero debemos recordar el capítulo de las vacunas en época de pandemia y los efectos de la epidemia mundial abandonada de la peor manera tercermundista en las calles de Guayaquil.

Guillermo Lasso asumió una posición de Estadista, cuando decidió recuperar la actividad económica paralizada por la pandemia, la curva de contagios y los decesos provocados, con una campaña masiva y democrática de adquisición de vacunas y una logística impecable, ubicando centros de vacunación con cientos de vacunadores profesionales, buen manejo de las vacunas que debían conservarse en alto frío, obligando a todos los estratos sociales a recibir el mismo tratamiento sin distinciones. Ya no era un ministro de salud que primero fue a vacunar a su señora madre en un centro de ancianos. E increíblemente, hasta esa campaña tuvo opositores. Gente de baja ralea, combatiendo con encono hasta lo bueno.

La recuperación de esta iniciativa se sintió de manera inmediata. Las fábricas comenzaron a trabajar, la inmunidad fue casi total, se completaron tres y cuatro dosis de vacunas y no se escatimó en un gasto, que en otro gobierno habría sido otr4o motivo de asalto a los fondos públicos.

Pero nada de eso se ha reconocido. Los vacunados jamás reconocieron el gesto. Decían que era obligación. Lo fue para Moreno?

Nadie reconoce tampoco que ante la desesperación por haber tenido un gobierno engañoso y falsario por diez años, alguien pensó en actuar y no en únicamente hablar, decidió participar en política, gastar su propio dinero, organizar un movimiento político con el único objetivo de reflotar al país del desastre institucional y económico que dejó ese gobierno nefasto e inmoral.

Pensaba ilusamente que con medidas adecuadas, sin que los rateros carcomieran por todo lado la solvencia del País, Él podría poco a poco nivelar las profundas brechas creadas en todas las facetas de la administración pública y el descalabro de la Macro-Economía. Y lo hizo sin aspavientos, en un tarea de remiendo paciencioso de los harapos que encontró, tratando de volver factible lo imposible.

Pasaron por sus manos decisiones cruciales. Una deuda que se contrajo sin tener fuentes de repago. Un Presupuesto del Estado con déficit crónico, con gastos superiores a los ingresos; un aparato estatal ag9gantado por la tara correísta que quiso hacernos creer que el estado era el principal agente económico y el mayor empleador.

Tiene que ser difícil para un mandatario, verse imposibilitado de realizar obras necesarias, dar servicios eficientes, y recuperar la economía fiscal, con limitaciones tan graves como el embargo de la producción petrolera; con exigencias absurdas del indigenado; con imposibilidad de fijar precios reales a los combustibles; sin reservas para emergencias.

Guillermo Lasso rechazó combatir políticamente a su enemigo gratuito, el correísmo, para no descender al albañal que presuponía contradecir el absurdo. Pero esa indiferencia, le hizo enfrentar a un enemigo solapado, que se organizaba en el exterior, para conspirar, desprestigiar su régimen y tratar de interrumpir su período administrativo.

Cuáles eran las intenciones de estos opositores empeñados en la sedición, la ruptura del orden constituido, el desprestigio del régimen y la descalificación del mandatario. Es claro que a correa no le interesa un régimen que arregle el desastre que provocó, ni establezca las razones y causas del deterioro y el entrampamiento fiscal.

Entonces urdió con sus delincuentes de Puebla, una compleja trama de subversión, campaña de desprestigio en redes (trolls pagados), toma, destrucción y chantaje indígena y juicio político cuajado de imputaciones falsas, prevalido de una votación mayoritaria que supo concentrar en la Asamblea.

La pregunta es cómo se puede gobernar así un País. Si durante seis meses el gobierno estuvo sometido al acoso de un TERRORISMO POLITICO, avalado por una Corte Constitucional politizada, que es la causante de un populismo constitucional cuyos dictámenes rompen con todos los esquemas de la planificación económica y que sigue probando su parcialidad en el tratamiento de los decretos de emergencia económica que la Presidencia envía para su aprobación.

Guillermo Lasso era la última oportunidad para que el país salga del pantano institucional y económico creado por Correa y su detestable gobierno. Haber tenido que decretar la Muerte Cruzada, suspender su período de gobierno, porque no tenía otra salida política, ha sido otro sacrifico involuntario exigido por las circunstancias. Un país que no logra aquilatar ni entender que es bueno y qué es malo para su gente, su futro y para los jóvenes que se han convertido en una generación decapitada por la política nacional, por la ambición de los caciques indígenas y mestizos y por el mayor depredador del siglo XXI, cuya psicosis radica en apropiarse de un país rico, lleno de iniciativas y recursos, que consiguió a punta de viveza criolla apoderarse de sus decisiones y su voluntad, siendo un mediocre lleno de taras y complejos.

Quienes ahora lo critican, podrán entender que este voluntario fue el último reducto de la salvación del peor país del mundo en cuanto a conciencia ciudadana y criterio cívico, por ser el principal causante de las malas decisiones y de los vicios y taras que le ocasionan estar incapacitados para pensar y tener un criterio propio. Por: ESTUARDO MELO MORENO