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SER PRESIDENTE

Ecuador atraviesa la mayor crisis de su historia, producida por seguir la receta forosaopaulista del socialismo del s.XXI.

De acuerdo al Índice de Libertad Económica, somos un país “básicamente no libre”, estamos ubicados en el puesto 126 entre 177 países. No obstante, hay al menos tres clases de personas que pretenden presidir la República: los vanidosos, que poco les importa la situación nacional, lo único que desean es lograr una candidatura presidencial para incluirla en su currículo y de ganar la presidencia, colgar su retrato en el Salón Amarillo de Carondelet; el otro grupo hace parte del hampa política profesional, usualmente comenzaron como alcaldes, luego fueron diputados, desempeñaron funciones de secretarios de Estado, siempre buscando la oportunidad de hacer “negocios” con los bienes de la Nación, tienen habilidad para robar y consolidar estructuras de serviles que aseguren su impunidad.

Por último, están los patriotas, aquellas personas preocupadas por los asuntos del país, que impulsan desde el ejercicio de ciudadanía, propuestas para solucionar problemas, no esperan ser parte del Estado ladrón, para impulsar acciones cívicas, pero tampoco hacen parte del hampa política, porque carecen de aptitud para atracar, son personas dispuestas a inmolarse por el país, porque saben que de llegar a la presidencia, tendrán por enemigos desde al mismo pueblo que lo eligió, porque está
adiestrado para que lo roben con mentiras, para que lo engañen, para que lo distraigan; no soporta ningún ajuste, ningún sacrificio, lo acostumbraron a reclamar “derechos” sin asumir responsabilidades, lo habituaron al facilismo, al pedigüeñismo clientelar del subsidio, del bono. De allí surge la oprobiosa expresión: “no importa que robe, con tal que haga obras”.

El hampa política hizo de esa asquerosa frase, su precepto, para devaluar, con “apoyo popular”, toda lucha contra la corrupción, de ése modo roba a ambas manos, la condición para no ser delatado, es pautar silencio con mercenarios de la comunicación, repartirse las instituciones entre el hampa política, como si fuesen botín de asalto y realizar algunas obras de relumbron, mal hechas, con sobreprecio, lo importante es que no se destruyan hasta la próxima elección.

Ante éste panorama, necesitamos un presidente que desarme el narco-Estado, que instituya el voto facultativo, la depuración del padrón, el cambio de software, la elección electrónica que certifique por quién votó, que elimine toda reelección, aumente el período presidencial y legislativo a seis años, suprima las elecciones intermedias, instaure el pago de dietas por sesión derogatoria o aprobatoria de normas jurídicas, en lugar de la remuneración fija, en los cuatro niveles de las legislaturas nacional a parroquial.

Un presidente que independice la Función Judicial, dote de autonomía a la Fiscalía, a la UAFE, a la Policía Nacional, a las FFAA, que les devuelva sus fueros a la fuerza pública. Un presidente que restaure la República, que no sea monigote del narcoterrorismo internacional, que no pacte con los que destruyeron el Ecuador, durante la década infame 2007-17. Por: Orlando Amores Terán Caricatura: Pancho Cajas

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